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Título
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BS_1927_08
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Descripción
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Boletín Salesiano. Agosto 1927
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Fecha de publicación
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1927.08
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extracted text
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Año XUL
Número 8.
AGOSTO, 1927
B O LE T I N SA L ESI A N O
R E V IS T A D E L A S O B R A S D E D O N B O S C O
SU AAA RIO: Estudiando a D on Bosco. — M odelos d e C ooperación S alesiana: Don C a rlo s C am pora. —
D e la C a sa M adre: B odes de oro sacerdotales - V isita ilustre - E x alumno artista. — Tesoro espiritual. —
D e nuestras M isiones: N uestro Prefecto G eneral en O riente - J a p ó n : Nueva residencia - L as Hermanas
Salesianas en el C haco Paraguayo. — Libros recibidos. — C ulto de M a ría A uxiliadora: La tiesta en Turin
- G racias de M a ría Auxiliadora. — P o r el mundo salesiano: B arcelona: E x alumnos - B uenos Aires: Larre
B orges en el C o l e r o P ió IX - A licante: P aseo a C artagena. — A l vuelo: B uenos A ires - Cindadela C órdoba - El C uzco ■ G eneral A cha - M adrid - P am pa - S a lla - S a iriá - Tibidabo. — Los que mueren.
Estudiando a Don Bosco
E n e¡ número del Boletín Salesiano del
mes de noviembre dcl pasado año publicamos
un artículo de fondo titulado La F igura de
D on Bosco, del cual el presente puede con
siderarse como continuación. Decíamos en
tonces:
1 ® - Q ue las grandes figuras del C ristia
nismo son a la vez hijas de su tiempo y
remedio de los males inmediatos o remotos
del mismo.
2° - H acíamos ver cómo Don Bosco es
hijo de su tiempo, cómo su obra corresponde
a las necesidades de su época y cómo supo
oponerse a las malas tendencias de la misma.
- Decíamos también que Don Bosco es
sobre todo una figura de bondad; que supo
unir a la conciencia y seguridad de su magna
obra, una sencillez encantadora de actos
y de lenguaje; que simplificó la perfección
cristiana haciéndola consistir en el trabajo
asiduo y en la santificación del mismo tra
bajo y del deber, por medio de la caridad.
4° - Q ue por esa misma bondad caracte
rística, su obra de reforma y de lucha contra
el mal parece reducirse a una pacífica pe
netración o, si se quiere, a la introducción de
células y elementos sanos en el organismo
envenenado y enfermo de la S ociedad mo
derna, sabiendo aprovechar aquel lado bueno
que hay en todo hombre, aunque milite en
partidos contrarios al bien.
Veremos ahora cual fué el principio ani
mador de su prodigiosa actividad.
La caridad forjadora de ideales.
L a O bra de D on Bosco, ideada en un
período turbulen to, nacida en medio de
las dificultades, humilde y silenciosa en
un principio, pero tenaz y conquistadora,
no pudo desarrollarse inconscientemente
y sin un orden de antemano establecido;
no puede menos de ser fruto de una
acción ponderada y sistemática; sobre
todo, si se tiene en cuenta que es obra de
penetración y de afirmaciones atrevidas.
Pero en vano buscaremos en D on Bosco
una actitud filosófica o doctrinaria.
D on Bosco no es un intelectual; es un
hombre de corazón; y posee la cualidad
propia de los santos de unir a la visión
de las grandes empresas y a la realización
de estas sublim es visiones, la aptitud
extraordinaria para el trabajo de detalle,
humilde y oscuro, propio de la bondad
sencilla y práctica; porque el hombre de
corazón encendido en la llama de la ca
ridad, aunque se sienta capaz de abarcar
ai mundo entero, se cuida con igual so-
22Ó
licitud de las cosas más insignificantes,
del ser más desgraciado, como si no estu
viera con la mirada fija en un ideal gran
dioso y lejano y como si su mente no
estuviera ocupada en la elaboración de
un programa de colosales proporciones.
D on Bosco (y es ésta otra de sus notas
características de grandeza) concibe un
plan vastísimo y emprende la actuación
de un programa que más tarde se revela
orgánico y grandioso, con el método
propio del hombre de corazón, o, para
decirlo mas propiamente, movido por la
caridad. Se puede decir que la única
pero eficacísima arma de que se valió en
ía lucha titánica que tuvo que sostener,
el resorte prodigioso que le sirvió para
obrar un bien tan grande, fu é la caridad.
Lo han llamado Padre de los H uérfanos,
el S an Vicente de Pa u l de su siglo; y con
razón. Pues en torno de su caridad, como
alrededor de un sol que atrae y vivifica,
gira todo el com plicado sistema de sus
obras; y no hay detalle, por pequeño
que sea, que de la caridad no dependa
o con ella no se relacione. Y cualquiera
que al estudiar su larga y complicada
vida, no se contente con el conocimiento
de una serie de episodios más o menos
interesantes, sino que desee abarcar de
una sola mirada sintética, la idea creadora,
el secreto de su prodigiosa actividad,
verá como toda ella se concentra en el
concepto de la caridad educadora y de la
paternidad benéfica.
M aravillosa sinfesis
de una múltiple actividad.
E l contorno biográfico de D on Bosco,
que a primera vista y considerado super
ficialmente parece sencillo y reducido,
es, sin embargo, sumamente complejo
y m últiple; sobre todo en el segundo
trentcnio de su vida, que fu é el de mayor
actividad. Y aqui nos encontramos de
nuevo ante el maravilloso contraste que
tanta grandeza e interés dá a su perso
nalidad. Pues vemos al educador y peda
gogo, al padre de los huérfanos y bien
hechor de los niños abandonados, al
fu ndador de Congregaciones religiosas,
al propagador del culto de M aría A u xi
liadora, al organizador de Asociaciones
de seglares esparcidas por el mundo e n
tero, al promotor de la caridad coope
rativa, al ideador de lejanas M isiones, al
escritor popular de libros morales y apo
logías religiosas, al propagandista de la
prensa honesta y católica, al creador de
talleres cristianos para el aprendizaje de
oficios, al editor de colecciones científicoliterarias, al hombre de la caridad y de
la piedad y al hombre de negocios y de
asuntos de público interés, unirse y fu n
dirse en la única persona de un humilde
sacerdote, sin apariencia, que nunca turba
la serenidad de su aspecto, ni la encantadora modestia de sus modales con grandes
ademanes decorativos y que evita cuida
dosamente en sus escritos y en sus discursos el esplendor e importancia de las
grandes frases retóricas.
A hora b i e n ; entre esta adm irable
m ultiplicidad de actividades, a primera
vista hasta antitéticas, no solamente cabe
la coordinación, sino una maravillosa sín
tesis. Porque así como no lo diría todo
quien presentara a D on Bosco sólo como
un grande educador, o como un hombre
caritativo y benéfico; tampoco entendería
su personalidad quien pretendiera su b
dividirla según la diversidad de empresas
a que puso mano, como si fueran resul
tado de diversas y distanciadas actividades
de un ánimo m ultiforme y voluble.
Don Bosco consagró toda su vida a una
idea y puede decirse que solo vivió de esa idea.
A nte todo y sobre todo se propuso la
redención moral de la juventud pobre y
para este fin movilizó al mundo entero,
en toda su extensión y aprovechando
todos sus aspectos. Puso mano a gran
diversidad de obras, pero siem pre con el fin
de salvar a la juven tud, de redimirla de la
abyección en que se encontraba, de aislarla
de los peligros, dé asegurar su perseverancia.
Aun aquellas ramas de su O bra, en sí
lozanas y prósperas, que parecerían ale
jarse algo de este pensamiento central,
de este su fin primordial y dominante,
como parte de su obra de escritor y las
M isiones entre infieles, están tam bién
subordinadas, por la influencia y los m é
todos, a aquel mismo fin. Pues la caridad,
a imitación de la Providencia de D ios,
está dotada de la prerrogativa verdadera
mente D ivina de existir para el mundo y
de utilizar para sus fines todas las acti
vidades del mismo.
y
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227
E ! gran secrefo de D on Bosco.
Pero mientras se contempla esta ad m i
rable potencia de bien, puede ser que
pase desapercibido un hecho que tiene
con ella una relación natura! y estrechí
sima, aunque no necesariamente en la
forma que D on Bosco le ha dado.
M uchos en efecto, quizá los más, ven
en el G ran de y en el Santo al hombre
de corazón que busca, encuentra y acoge
al niño necesitado y le proporciona al-
de ios cambios de tiempo y de ambiente,
como un verdadero paso adelante en el
camino del progreso humano.
N os referimos al S i s t e m a P r e v e n t i v o
en la educación.
La palabra sistema es del mismo Don
Bosco y considerada en abstracto, resulta
cómoda para indicar precisamente el m é
todo seguido en la educación de la juven
tud; pero nada tiene en nuestro caso,
de aquel carácter doctrinario, artificioso,
contrario, en una palabra, a la exponta-
La P a z (B o liv i a ) — C o l e r o "D on & o s c o ” con la n n eva ig les ia en const nsccid D .
bcrgue, pan y trabajo; es decir: admiran
c! hecho externo, en sí fundamental y
que sirve de base a la obra; pero que el
día de mañana, cambiadas las condiciones
sociales p o d r ía, en ciertos ambientes,
resultar menos necesario, sin que dejara
de ser verdaderamente útil el verdadero
principio informativo de aquella actividad.
Por eso ju nto a la manifestación externa
de la actividad caritativa de D on Bosco
y en íntima unión con ella, hay que con
siderar otro hecho intrínseco, que da la
nota de la verdadera originalidad, que
descubre los tesoros del corazón y de la
mente de este verdadero G en io del bien,
y que permanecerá siem pre, aún a través
neidad del corazón, que generalmente se
entiende con aquella palabra.
Y o no sé si el corazón obedece a sistemas;
lo cierto es que las pocas normas que
D on Bosco form uló en las breves páginas
que nos dejó escritas sobre el Sistema
Preven tivo son de tal naturaleza que sin
el corazón, o no se podrían actuar o que
darían privadas de sus benéficos efectos.
La base del Sistema Preventivo.
Y quien dice corazón dice caridad,
pero caridad autén tica, fu ndada en una
intensa vida religiosa. Porque es tal la
suma de sacrificio, de abnegación, de
228
hacerse todo a todos, que exige la actua
ción del sistema, tal como allí se nos pre
senta y tal como, por dicha de los niños,
se practica en los Colegios de D on Bosco,
que sería imposible concebirlo animado
por jun simple y frío altruismo arreligioso
y sin aquella generosidad que sólo puede
inspirar una fe superior y sobrenatural.
Sin embargo, como la caridad no dejará
de existir mientras dure el Cristianismo,
y el hombre de corazón es ya en gran
parte cristiano, dicho sistema, tal como
fu é concebido y definido por su mismo
autor, es un verdadero .descubrimiento
en el campo de la pedagogía y puede sei;
actuado en cualquier sitio y por toda
clase de personas; y en efecto vemos
que, de una manera más o menos com
pleta, va siendo adoptado en todas partes.
Y sus efectos, siem pre buenos, resultarán
tanto más sensibles cuanto más uso se
haga, en la práctica, de los medios sobre
los cuales D on Bosco fundó toda la eficacia
del trabajo educativo, que son los que pro
porciona la religión. « O religión, o a zotes ».
Sus principios fundamentales.
V igilar constantemente, pero con ojo
cariñoso,. al niño, para evitar que caiga
en falta o pecado, pero dejándole a! mismo
tiem po respirar y esparcirse a sus anchas
en animadísimos recreos; estudiarlo intimarronte para comprenderlo y poder
así dirigir sus inclinaciones y prevenir
sus caídas; actuar en él por medio de la
persuasión, procurando sobre todo i n
culcarle la idea de que en la práctica del
deber se encierra una valor ultratcrreno,
pues es un verdadero servicio de D ios;
hacerle conocer y, dada su índole olvi
dadiza, recordarle a menudo sus deberes;
corregirlo cariñosamente, como lo harían
un padre o un hermano y no castigarlo
fr ía y categóricamente por faltas en las
que quizás, por su natural irreflexión y
ligereza, nisiquicra se había fijado; inspi
rarle confianza, a fin de que no cierre
su corazón ante el porte autoritario del
Su perior, sino que, en un ambien te de
libertad, lo abra y lo manifieste, atraído
por la simpatía de una bondad cariñosa,
de manera que el sólo retirarle la bene
volencia sea para el un castigo; en una
palabra, actuar el gran secreto de hacerse
amar, para obtener, por amor, lo que por
fuerza no se obtendría, o aunque se llegara
a obtener, produciría hipocresía o exa
cerbación; he aquí los principios fu n d a
mentales de esta Pedagogía del amor,
como D on Bosco la reveló al mundo y
la practicó con sus niños, y como puede
verse todavía en cualquiera de sus Ins
titutos, cualquiera que sea su objeto y
en cualquier parte del mundo que se
encuentre.
Adaptabilidad del Sistema.
Porque si bien es verdad que la caridad
inspiró al grande Educador este método
para conducir al bien a los niños redi
midos del arroyo, por ser los más nece
sitados de com pasión y benevolencia, no
es menos cierto que este sistema procede
de un principio más trascendental y pro
fu ndo, a saber: del celo cristiano por las
almas por un lado y por el otro, del profundo
conocimiento del alma del niño, quienquiera
que sea, doquiera se halle, y cualesquiera
sean sus vicios y virtudes.
Por eso el Sistema Preventivo es apli
cable y obtiene los mayores éxitos edu
cativos con toda clase de niños, de la
ciudad o del campo, abandonados o corri
gendos, nobles o plebeyos; y posee toda
la solt ura y libertad de adaptación propias
de los grandes principios y de las grandes
verdades.
A quellas pocas páginas de D on Bosco,
exponen magistralmente un método; pero
por su misma naturaleza son la negación
del metodismo. El corazón y la caridad
deben poderse mover a sus anchas y re
ducirse y adaptarse, como aquel profeta
que para resucitar al niño se encogió por
com pleto haciéndose pequeño como él.
Su efícacia didáctica.
El sistema de D on Bosco no supone
un determinado método didáctico o un
orden fijo de estudios como el método de
L a Salle o la Ra tio S tudiorum de la C o m
pañía de Jesús; sin dejar por eso de tener,
como es natural, íntima relación con el
método de enseñanza, sea cual fuere el
programa que se adopte.
Esta relación se descubre especialmente
en el Reglamento que el mismo D on
Bosco redactó para sus Casas, que más
229
parece hecho de consejos que de'preceptos;
y se comprende que aún la misma ense
ñanza ha de resultar sensiblemente mejo
rada, cuando se apoye en la base de un
interés inspirado por la caridad, de la
mutua correspondencia del alumno, de
la completa abnegación del maestro y de
un cuidado especial en favor de los más
cortos de inteligencia.
Si se piensa que en los Colegios de
D on Bosco el alum no que asiste a las
clases está ligado con el maestro por un
N o tenemos la pretensión de que todo
en este sistema sea nuevo y bien sabemos
que algunos de sus particulares se en
cuentran actuados acá y acullá; y mucho
menos es nuevo el principio de la caridad
en que se apoya. Pero como D on Bosco
no tuvo nunca la idea de crear ex novo,
ni quiso, en manera alguna, levantar una
construcción pedagógica caprichosa, (como
desgraciadamente vemos en la historia
de este arte), ¡a bondad y ¡a imporfancia
de su sistema, no consiste en ¡a novedad de
La P a z (Boltvia) — G rupo de alumnos artesanos del C olegio “Don Dosco.'
afecto más fraterno que filial, y que el
maestro que ahora se sienta en la cátedra
ha sido pocos momentos antes el alegre
compañero del niño en sus juegos y con
versaciones, y que con él se ha arrodillado
al pie del mismo altar y que, en una pa
labra, toma parte en su vida y en sus
expansiones de alegría, que en las Casas
de D on Bosco resulta el undécimo man
damiento, se comprenderá fácilm ente qué
aura benéfica y restauradora deba respi
rarse en aquella clase y cómo el mismo
mecanismo an tipático de la enseñanza
y de la disciplina, participe de aquel am
biente de libertad y franqueza que le dan
el máximum de la eficacia.
¡os particulares, sino en el descubrimiento
de ¡a síntesis que ¡os reúne, los concreta
y ¡os vivifica. Y en todas las grandes
creaciones del genio humano ha suce
dido así.
Por eso D on Bosco pasará a la historia
como uno de los m ás grandes Pedagogos
y como tal recibirá el tribu to de adm i
ración de los siglos. Llam arlo el V icente
de Paul del Siglo X I X es, como dijimos,
un justo título de gloria; pero no nos dá
la idea com pleta. T a m b ié n él tiene su gloria
propia, en la que no conoce antecesor y
que form ará quizá en el porvenir uno de
sus títulos antonomásticos: y es la reve
lación y práctica del Sistema Preventivo.
250
Modelos de Cooperación Salesiana
Con especial satisfacción y orgullo el
Boletín Salcsiano va dando a conocer
los modelos de virtud que florecen en el
hermoso campo de la Cooperación. S alesiana
y que van formando una verdadera galería
de heroes de la caridad cristiana, que con
sus ejemplos confirman que Dios inspiró a
Don Sosco la fundación de la P í a Unión
de los Cooperadores S alesianos, para que
los cristianos, en el mundo y en el seno de
las familias, pudieran llegar a un alto grado
de perfección, según su estado.
h
IV
En San N icolás de los A rroyos, p ri
mera Fundación Salesiana de A mérica
ha desaparecido una de aquellas figuras
venerandas que supieron pasar, como el
D ivino M odelo, haciendo bien y cuya
memoria será bendecida a través de m u
chas generaciones.
N os referimos al insigne Cooperador
Salesiano,
D O N C ARL O S C Á M P O RA
que entregó plácidamente su alma a D ios
el día 7 del pasado abril, a la avanzada
edad de 8i años, rodeado de sus nu me
rosos hijos y parientes que le amaban y
veneraban como a un Patriarca.
El Boletín S alesiano debe recoger su
memoria y su nombre, para grabarlo con
caracteres indelebles y presentarlo a todos
los lectores como modelo acabado del
Cooperador Salesiano.
C uan do los primeros hijos de Don
Bosco llegaron a A m érica en 1875 y se
establecieron en San N icolás, allí estuvo
el primero entre los primeros, como sol
dado de vanguardia en su puesto, sin
defecciones, D on Carlos C ám pora en la
plenitud de sus veintinueve años, —
recién formado su hogar, al unirse en
matrimonio con D oña Rosa M on taldo.
— ávido de ios nuevos misioneros, en
quienes cifraba todas sus esperanzas re
ligiosas de cristiano reciamente ejemplar.
D ios había de concederle más tarde, el
consuelo de presidir, ya octogenario,
coronado de méritos y de virtudes, la
celebración del cincuentenario de aquella
incierta hora inicial de dificultades y d.sacrificios heroicos, condecorado por S . S .
Pío X 1 con la C ru z pro Ecciesia et Pontífice.
H abía llegado a A m érica en setiembre
de 1868 para dar a sus energías expansión
que no encontraban en sus montañas do
origen, y San N icolás ofrecía las seguri
dades de otros amigos y parientes que
le habían precedido desde 1857, con las
garantías de la conservación intacta dilas costumbres cristianas: íla gran preo
cupación de su vid a! Y allí fu é el trab a
jador incansable, y el cristiano de recia
contextura y e! inspirado vidente del
porvenir, que usó de los abundantes
talentos que D ios le regalara, para llenar
ampliamente su doble misión de coloni
zador y de apóstol.
Trabajador incansable.
F u é de una laboriosidad proverbial,
que ésta es la base de toda virtud, y asi
llegó a hacer de la campiña N icoleña,
•que era entonces tierra virgen, sin d ivi
siones ni caminos, un edén de legumbres
y frutales. M as tarde dió a San N icolás
251
su mejor industria, la del vino, haciendo
mil ensayos, venciendo fracasos y oposi
ciones hasta encontrar la vid aclimatable
y triu nfó. H oy hay en San N icolás mas
de 500 viñateros y 200 Bodegas de pros
peridad florecien te, con una producción
de más de cuatro millones de litros de
vino, que forman el mejor monumento
a la obra de sus amores de trabajador y
de vidente.
Su mayor gloría.
Y con ser este un legítimo triu nfo de
su actividad y de su inteligencia, no es
sin embargo la mejor de sus glorias...
O tra mayor lo enaltece y lo prestigia,
irradiando sobre su figura luminosidades
inmortales que harán perdurable su m e
moria: la fuerza y la vitalidad y el tem ple
cristianos que supo infu ndir y mantener
en la colonia genovesa, que él contribuyera
a fu n dar y sobre la que ejerció el alto y
responsable apostolado de la educación
del carácter.
Su fam iliaridad con los libros santos
y el recuerdo de las lecciones del que
fuera « su grande recordado amigo el
P. T o m a tis*, prestaban a su conversación
una amenidad interesante. Y se le rodeaba
para escucharle, ofreciendo el venerando
Patriarca al hablar a los suyos, el espec
táculo de una visión bíblica.
Y porque predicaba con el ejemplo,
su predicación verbal incesante, adquiría
fuerza de convicción. Sabía callar, cuando
la discreción se lo aconsejaba. S eñor,
hacedme callar cuando no convenga hablar,
exclamaba, poniendo dique a su palabra,
antes de hacer de ella algún uso inconve
niente. D el S acerdote hablemos bien, o
callemos. Esa era su consigna.
T em eroso de D ios, con una conciencia
recta y transparente, analizaba escrupu
losamente sus menores acciones y pen
samientos, temiendo sobre todo la ofensa
de D ios; encontraba siem pre disculpas
para los yerros ajenos pero era in transi
gente para sus propios errores. M ay que
vivir para el cuerpo, como si no hubiésemos
de morir nunca y para el alma, como si
tuviésemos que morir ahora. E n esta fraseprograma de San Francisco de Sales, por
él repetida, resumió la norma de su
vida.
Prácticas cristianas.
Su fe fu é robusta y su piedad sincera.
E l Santuario de V laría A uxiliadora lo
tuvo diariamente — hasta que se lo per
mitió la edad — escuchando su misa y
acercándose con ejem plar frecuencia a
los San tos Sacramentos. N o olvidó nin
guna de sus oraciones de niño: « Ivle las
enseñó mi madre y no dejé un día de
rezarlas », decía. Y porque amó a la V irgen
de su infancia, la de la G u ardia, le levantó
un trono en medio de la colonia genovesa,
para que se perpetuara el mismo culto a
ella rendido en las alturas de F igogna.
E l rosario rezado cada noche en común
con la fam ilia, era para él un precepto.
Y él mismo, entonaba el Angelus a medio
día y de rodillas, para ganar las indulgen
cias. « A hora comprendo porqué los E re
mitas buscaban la soledad» decía pin
torescamente, cuando visitas extrañas lo
obligaban a interrum pir el rezo del
rosario, o en los días festivos, le impedían
acudir a la bendiciórí de la tarde. Y las
más de las veces, invitaba a la visita a acompañarlo a la iglesia.
O tro de sus principios era:
* C u m plid siem pre las promesas, aún
cuando no obtengáis la gracia pedida;
con D ios no se co m ercia». Así, no obte
nida la salud de su hija mayor, religiosa
H ermana de M aría A uxiliadora, dió lo
mismo la suma de dinero prometida.
L a caridad en él fu é incesante. Los
salesianos lo recuerdan todavía, en la
época de una peste, clausurado su co
legio, proveyéndoles a diario, por un
resquicio secreto, oculto en las sombras
de la noche, los víveres necesarios. Y en
aquel entonces arrancábase el pan de su
boca, porque los tiem pos eran difíciles
y no poseía aún medios de fortu n a...!
Su amor a la Congregación Salesiana
y a M a ría Auxiliadora.
A mó entrañablemente a la Congregación
S alesiana y cooperó eficazmente a su
difusión y al florecim ien to de la misma
en San N icolás de los A rroyos, debién
dose a su influencia y actividad el que
el espíritu salesiano inspire y regule todas
las actividades de aquella región. F u é
lector asiduo del Boiríín S alesiano desde
2^2
Lecturas Católicas,
cuyas colecciones se conservan casi ínte
gras en su biblioteca y que el finado leía
invariablemente todos los días festivos.
Era tiernamente devoto de iVlaría A u
xiliadora, cuya visita domiciliaria recibía
mensualmentc en su casa.
El mismo adornaba el cuarto que debía
recibirla; él preparaba el altar donde
debía ponerse y abrirse la graciosa Capillita. Ejerciendo el verdadero Sacerdocio
que le confería su venerable paternidad,
presidía los cultos que en común, a la
mañana y a la noche, le rendían todos sus
hijos.
Pero él personalmente se reservaba
para honrar a M aría A uxiliadora casi todo
ese día. A rrodillado o sentado respetuo
samente delante del altarcito, recitaba las
más tiernas oraciones que había apren
dido en su infancia, allá en los encanta
dores valles de Liguria, a los pies del
Santuario de la G uardia. Y con la oración
subía también al ciclo su canto. Canto
lleno de unción, con voz clara, de artista,
en tono alto para mejor escalar las alturas.
En esos momentos era cuando más
hacía gustar a cuantos le oían la fervorosa
estrofa da San A lfonso:
SU fundación y d e las
E n mis últimos momentos
En mi última agonía,
Q uiero llamar a M a ría
Llam arla y luego morir.
Santo muerte.
Y una vida así, de unión con D ios, toda
dedicada a obras buenas, tuvo como natural
epílogo una envidiable y santa muerte.
Cien días exactos de enfermedad, atado
al lecho y al sillón por una hemiplcjia,
mostraron su resignación y su temple
cristiano. F u e preparándose concienzu
damente al paso difícil, que lo atemori
zaba de verdad. Su gran obsesión fu e el
temor de morir sin tener a su lado al sa
cerdote, recomendando a todas horas se
le llamara; y durante tres meses los
sacerdotes y seminaristas de nuestro C o
legio y salcsianos de Buenos A ires lo v i
sitaban. En sus últimos cinco días, no le
abandonaron, ni aún de noche, un solo
instante. /Amaos los unos a los otros, fue
su última recomendación. Y serenamente.
sin un solo movimiento, — asistido por
su sobrino el P. M on taldo y por el P. D i
rector del Colegio D on Bosco, — por
consunción natural, dió a D ios su alma,
para encontrarse con sus grandes amigos
el C ard. Cagliero, M ons. Fagnaño y
Costamagna y los R R . PP. T om atis y
Rabagliati, etc., que lo habrán presentado
a D on Bosco y a M aría A uxiliadora..., y
habrá exclamado así, en latín que le era
grato: Placebo Domino in regione vivorum.
Y ¡coincidencia providencial! Parece
que M aría A uxiliadora quiso escuchar
la plegaria con que todos los meses la
despedía; pues la estatuita de la V isita
D om iciliaria llegó a su Casa el día de su
agonía acompañando su cuerpo en la
capilla ardiente y ciertamente su alma
a las mansiones de la G loria.
Sus exequias fueron una apoteosis de
cariño. Los dos Inspectores salcsianos
Rvm os. Padres Serié y Bonetti, bajaron
exprofeso desde Buenos A ires y Córdoba
para presidirlas, y con ellos, sacerdotes
y familias de Buenos A ires y Rosario.
Los acólitos y novicios salesianos, que
habían ya cantado solemnes responsos
en su capilla ardiente, salieron con todo
el clero de niños y sacerdotes revestidos
al encuentro de su cortejo fú nebre, —
verdadera caravana humana, — para llevar
a brazos sus restos, a lo largo de tres
cuadras, hasta el tem plo salesiano donde
se cantó imponente la misa fú nebre.
A l paso del cortejo, los tem plos de les
Asilos y del H ospital, todos iluminados,
abrieron sus puertas; de pie en las veredas,
las filas de asilados y el personal; era el
testimonio tácito de la gratitud.
En la necrópolis, el Rm o. P. Serié,
despidió sus restos en nombre de la O bra
de D on Bosco; los sacerdotes presentes
oficiaron sus responsos... y sus restos
fueron a dormir, junto a los de la que fu e
su fiel compañera durante cuarenta y
nueve años.
i Bienaventurados ellos, que asi duermen
en el S eñor!
N uestra gratitud, reza para que Dios
aumente la gloria de sus siervos.
235
D e la C asa M adre.
Bodas de oro sacerdoíales.
E l próximo mes de setiembre se cu m pli
rán los 50 años de la ordenación sacer
dotal y primera M isa de uno de los salesianos más antiguos y que vivieron en
más prolongado e íntimo contacto con
nuestro V enerable F u n dador D on Bosco
y cuyo nombre es conocido y venerado
de un modo especial en C h ile y en general
en toda la A m érica Española, que pudo
adm irar y apreciar las grandes dotes de
su apostólico corazón.
N os referimos al Rudo. S r . Don Luis
N a i, que entrado en el O ratorio Salesiano
de T u rí n a la edad de 14 años, en 1869,
terminó en él los cursos de gimnasio,
recibió el hábito clerical de manos del
mismo D on Bosco el 1 1 de febrero de
1872, hizo los votos perpetuos el 25 de
setiembre de 1875 y fu é ordenado sacer
dote el 22 de setiembre de 1877.
D esde 1873 a 1879 fu é maestro y ca
tequista en el Colegio de Borgo S an M a rtino; D esde 1879 a 1902 formó parte del
personal de la Casa de S an Benigno C anavese, plantel de vocaciones sin cuento y
en la que ocupó el cargo de Prefecto d u
rante 8 años y durante 15, el de Director.
D esde 1902 a 1906, fu é Inspector de las
C asas Salesianas de Palestina y desde
1906 a 1924 ocupó igual cargo en la R e
pública de C hile. Finalm ente duran te los
años 1924 y 1925 fu é Visitador extra
ordinario de las C asas de Perú, Bolivia ,
Ecuador y Venezuela.
55 años de activísima vida salesiana
lo han hecho acreedor al afecto y ad m i
ración de sus hermanos y a la confianza
de los Superiores que, después de haberle
confiado delicadísimos encargos, lo han
llamado a la Casa M ad re, junto al Sa n
tuario de la A uxiliadora, para confiarle
la dirección de la Casa C apitular, cargo
que desempeña con siem pre jóvenes ener
gías, rodeado del afecto respectuoso de
todos sus hermanos en religión.
N o dudamos que la noticia de la fausta
fecha de sus Bodas de O ro sacerdotales,
será acogida con gusto por cuantos salesianos y Cooperadores estuvieron en
contacto con su bondadoso corazón, fiel
reflejo de la bondad de nuestro V ble.
É l
Rdo. Sr. D. L q ís Nai. S . S.
Padre, y dará lugar a cariñosas m anifes
taciones de afecto.
E l Boletín S alesiano, que tantas veces
hubo de reseñar las obras de su celo, con
gusto alza su voz entre los primeros para
entonar un himno de afecto y admiración
al buen H ijo de D on Bosco y pedir al
Señor lo conserve todavía muchos años
a nuestro afecto ,y para bien de nuestra
amada Congregación.
V isi te ilust re . — E l día 9 del pasado ju n io,
de regreso de la C iu d ad E tern a, llegó a T u r í n ,
con el ú nico deseo de visitar el San tu ario de
M ar ía A uxiliadora y v e r la cuna de la C o ngre
gación Salesia n a, el lim o. S r . O bispo de C ád iz ,
M o ns. Tvlarcial Lóp e z C riado. A l día siguiente
celebró la M isa de com unidad de los estu dian tes,
dedicando el resto de la mañana a visitar el
O ratorio Salesia n o y la m aravillosa fundación
del B to. Cottolengo.
Por la tarde visitó el O ratorio F estivo de
M o n te Rosa, la C asa de V alsalíce donde des
cansan los restos m ortales de n uestro F u n dador;
el Instituto Salesiano de Sa n Juan E vangelista,
don de adm iró la m agn ífica Iglesia levantada
por D on Bosco para con trarrestar la influencia
d el próxim o tem plo protestan te; la C rocetta o
274
Institu to T eológico Salesia n o In tern acional,
donde S u lim a, fu é recib ido por los 240 teólogos,
a los que dirigió afectuosas palabras, diciendo
que h ab í-n de ser como aquellos buenos israelitas, que se recordaban en el evangelio del día
(viernes de las tém poras de Pentecostés) que
tomando al paralitico enfermo lo pusieron casi
violen tam en te a los piés de jesús para que lo
sanara; que lo mismo habían de hacer al llegar
al sacerdocio y esparcirse por todas las partes
del m undo, cuan tos allí se encon traban: T o m ar
al m undo enfermo y ponerlo a los p iés de
Jesús para que lo sane. — D ió luego la
bendición solem ne con S . D . M . y visitó las
principales dependencias del establecim ien to;
por último se dirigió al Instituto in ternacional
de las Mijas de M ar ía A uxiliadora en el barrio
de Sa n Pablo, donde la m isma Su p eriora G e
n eral, recié n llegada de Españ a, acompañó al
bondadoso prelado en la visita a las varias sec
ciones de ta n im portan te Instituto.
E n todas partes t uvo n uestro gran de amigo
palabras de encomio para la O bra salesiana y
para n uestro grande fu n dador, a quien profesa
un cariño extraordinario.
A l día siguie n te, por la m añana, siguió su
viaje hacia F ra n c ia, despidién dole en la por
tería nuestro Rector M ayo r quien le agradeció
grandemen te la visita y una vez m ás los agasajos
de que lo colm aron, con su buen Pastor, los
gaditanos, d uran te la visita que el año pasado
hizo o aquella ciudad.
L u ego departió fam iliarm en te con los teó
logos h ispano-am ericanos, ad m iran do todos
su jovialidad y el gran afecto que conserva a
todo lo salesiano.
E x-A Iu m n o A r í is í a , E l día 14 del pasado
ju n io, debutó en T u r í n en el teatro Balbo, como
prim er tenor de ópera, el exalum no' de las E s
cuelas Salesian as de Sarr iá, Don J u a n G arcin,
obteniendo un grandioso éxito.
Los ocho años pasados en la C asa Salesian a
han dejado en su corazón profu n da huella y
un gran cariño a M ar ía A uxiliadora y a D on
Bosco. L a vigilia de su actuación fu é a enco
m endar a M aría A uxiliadora en su San tu ario
el éxito de la em presa y a darle las m ás rendidas
gracias volvió al día siguien te.
C o n especial gusto aceptó la invitación de
hacer una visita a n uestro Instituto T eológico
Internacional de la C rocetta. C om o la colonia
h ispano-am cricana conocía la afición que, como
buen aragonés, tie ne por la jota, le saludaron
con el canto de la en tusiasta jota de D . A rturo
G offard y el privilegiado can tor agradecido c
in terpretando el deseo de todos, cantó m agistralm cn tc, acom pañándose el m ismo con la
guitarra, la romanza del prim er acto dcl B a rbiere di S ñ ' iglia , una rondalla aragonesa y una
granadina, en las que hizo verdaderas f ili
granas, que le valieron una gran de ovación y
demostraron las excepcionales dotes de su voz
que le proporcion ará, sin du da, grandes éxitos
en el m undo artístico.
8.
12 .
14 .
15 .
29.
L os*Srcs, C ooperadores Salesia n os, cu m p lie n
do los requisitos de costu m bre, pueden gan ar,
Indulgencia plenaria:
1 . E l día que se inscriben en la P í a Unión.
2. U na vez al m es, a elección de cada cual.
j . U na vez al m es, asistiendo a la conferenoia.
4. A si m ism o, una vez al mes, el día en que
hagan el E jercicio de la Buena M u erte.
5. E l día que por prim avera vez se consagren
al Sagrado C orazón de jesús.
ó. Sie m p re q u e hagan E jerc icios Esp iritu ales
duran te ocho días seguidos.
A demás, los sigulenfes d í a s:
M es de Agosto:
6. L a T ra nsfigu rac ió n dcl Señ or.
15 . L a A su n ción de N tra. Señora,
tó. Sa n Roque.
M es de S etiembre:
N a tivid ad de N tra. Sra.
D ulce N o m b re de M aría.
Exaltació n de la St a. C ru z .
L os siete D olores de M aría.
D edicació n de Sa n M igu el A rcá ngel.
T a m b ié n pueden gan ar otras m uchas indul
gencias plenarias y parciales y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglam en to
o * C édula de adm isión a la Pía U n ió n », a la
cual nos rem itim os.
N ota: L os cooperadores que por enferm edad
o convalecencia no puedan ir a la iglesia, podrán
ganar las in d ulgencias arriba expresadas re
zando en su casa cinco P a ter, A v e y G loria.
La indulgencia del fraba/o.
T o d os los d ías, con la única condición de estar
en gracia de D ios, los C ooperadores Salesian os
que en medio de sus ocupaciones o de su tra
bajo, levanten el corazón a D ios con alguna
piadosa invocación, pueden ganar:
1. U na in dulgencia plenaria por una cual
quiera de dichas invocaciones.
2. 400 días de in d ulgencia por todas las
de m ás, cada vez.
i
Nuestro Prefecto General
en las Misiones de Oriente.
D esde e l mes de enero del presente año e l Rvdmo.
S r . D . Pedro Ricaldone, Prefecto G eneral de
nuestra Congregacñín, por encargo del Rector
M a yo r D . F e lipe R in a ld i, se h alla recorriendo
¡as M isiones S alesla nas establecidas en India,
Indochina, C hin a y J apón , pa ra hacerse cargo
personalmente de la labor de ¡os salesianos, de ¡as
dificultades con que han de luchar, de J inmenso
campo misionero que se ofrece a la actividad salesiana y para lleva r a aquellos abnegados soldados
de primera lin ea e l consuelo de una visit a de uno
de ¡os superiores mayores.
L a siguiente relación es una muestra del entu
siasmo que despierta en todas partes el represen
tante del sucesor de D on Bosco.
Sh illong 29 marzo 1927.
A madísimo Padre:
H e tenido la dicha de acompañar a
nuestro Su perior D . Pedro Ricaldone en
la visita hecha al distrito de Laitkynsew.
L a acogida que se tributó al representante
del Sucesor de D on Bosco no podía ser
más cordial. L a sencillez expansiva de
aquellas gentes nos conmovió y el ver
acudir a millares de paganos para ver y
saludar con respeto al F ad a r Rangbah
(al Padre Grande) nos hizo exclam ar:
Verdaderamente la mies es abundante
y dorada.
Recibimienfo enfusiasía.
Salim os de S hillong con nuestro ama
dísimo M o ns. M athias el día 19 del co
rriente mes por la mañana. Laitkynsew
dista de Sh illong 64 kilómetros. Los
primeros cincuenta se hacen en automóvil,
por una carretera que serpenteando trepa
por entre amenas colinas todas cubiertas
de magníficos pinares. A la derecha de
jamos el Peali, montaña de dos mil metros
de altura, en cuya cima campea una gran
cruz de madera colocada por nuestros
novicios. A medida que la carretera sube
la impresión aumenta pues s i j u e al borde
de enormes precipicios y el automóvil
corre veloz por entre una naturaleza
grandiosa c imponente.
E n las cercanías de Cherrapunjee con
templamos estratos de carbón fósil. Este
pueblo goza fama de ser el país mas llu
vioso del mundo. Llegaron a caer en un
solo día hasta 1020 mm. de agua y en un
año se llegaron a registrar í j metros del
líquido elemento.
A la entrada del pueblo ya nos estaban
esperando los cristianos que, al divisar
a nuestro Superior, cayeron de rodillas,
mientras otros le saludaban con disparos
de petardos. El P. Ricaldone les dió desde
el automóvil la bendición de M aría A u x i
liadora y seguimos nuestro camino. Al
llegar al punto donde ya no es posible
seguir en automóvil, encontramos varios
grupos de cristianos que nos llamaron
la atención por los pintorescos mantos
multicolores con que se tocaban. T odos
quisieron estrecharnos la mano y nos
ofrecieron las primeras naranjas y después
de repetir a todos el sim pático saludo
khasi ¡k ublei! nos sentamos a la som bra
de copudos árboles para tomar un poco
de desayuno.
Fafher Bars.
E n tre tanto llegaron los huerfanitos
de S t . A n tony con algunos salesianos
que tam bién se dirigían a Laitkynsew
para dar mayor solemnidad a la fiesta
con su presencia y con su banda de m ú
sica. H acia el final del desayuno he aquí
que llega jadeante y sudoroso F a ther
Ba rs, el Padre M isionero, español, encar
gado del D istrito. Los K hasi lo llaman,
F a ther motocar (Padre automóvil), porque
en su celo incansable corre siem pre de
un lugar a otro por las ásperas pendientes
de estos montes. A quella misma mañana
llegaba de un pueblo distante seis horas
de camino, a donde había sido llamado
urgentemente para asistir a un enfermo.
D espués de un breve descanso em pren
dimos la marcha a pie. L os niños ágiles
2j 6
como ardillas iban saltando por las toscas
gradas grabadas en la piedra. F ather
Ba rs nos hacía de guía y de cicerone.
Laifkynsew está a la vista, allá arriba,
como un nido de águilas; sus rojas t e
chumbres resaltan en medio de la abun
dante y verde vegetación. U n profundo
y peligroso valle se abre a nuestros pies.
C on interés creciente escuchamos las
explicaciones que nos da F a ther B a rs de los
Agradables sorpresas.
Sueños y nulidades.
D espués de dos horas de cam ino, pa
sada una revuelta del sendero, nos aguar
daba la mas agradable sorpresa. En una
explanada, antes de empezar la subida
que conduce a Laifkynsew, comienzan las
señales de la gran fiesta: banderas, arcos
triunfales, guirnaldas, flores, inscripciones.
Laitkynsew (Aasam-ImliA) — A ia llegada dcl Rvdmo. S r. D. Pedro Ricaldone.
fenómenos telúricos y volcánicos de que
es rica la región. A un cierto punto, des
pués de hacernos contemplar unas magní
ficas cascadas, saca un envoltorio. Es su
desayuno, que como buen misionero, se
ha acostumbrado a tomar andando para
ganar tiempo.
N os internamos por entre naranjales
y casi en el fondo dcl valle, sobre un
terraplén que se adelanta, descubrimos
un pucbiccito que con sus blancas casas
semeja un rebaño de ovejas paciendo en
la montaña. H ay en él una fervorosa
comunidad de cristianos que a nuestro
paso lanzan al vuelo la campana de su
capilla-escuela. Pero con sentimiento hemos
de pasar de largo y proseguir nuestro viaje.
En medio de la explanada tres rústicos
asientos cubiertos con ricos tapetes y
todo alrededor, formando corona, niñas
vestidas de blanco, niños y un mar de
pueblo...
M ien tras contemplamos extasiados aquel
espectáculo, bombas y petardos atruenan
los aires con sus estam pidos; los niños
agitan en sus manos sendas banderas y
todo el pueblo grita: ¡K ubiei, F ad a r Rangbah\ (Bienvenido, Padre grande). Se ade
lantan luego seis pajecitos, vestidos con
típicos trajes k hasi, elegantes, lujosos,
con adornos de plata, collares de oro y
de coral y el blanco penacho que ondea
sobre el turbante, y ofrecen ramilletes de
flores al Rvdo. P. Ricaldone, mientras los
237
demás niños cantan con voces argentinas
un himno de ocasión. E n seguida toda
aquella muchedum bre se agolpa alrede
dor del buen Padre, quedando en prim er
térm ino los niños; todos quieren estre
charle la mano y ofrecerle una naranja.
¡C u á n tos apretones de mano, cuán tos
khublei y sonrisas y sobre todo cuántas
naranjas! M enos mal que entre hermanos
y huerfanitos formamos un buen número.
A ntes de empezar la subida todos
aquellos niños, entonan en italiano, el
himno de Pagclla: Cantiam di Don Bosco.
Y sin entender lo que dicen cantan: Don
Bosco es un canto infinito que oirán miles
de ciudades de todos ¡os ámbitos del mundo.
Y entre aquellas agrestes montañas, per
didas en un extremo del mundo, viene
a nuestra memoria aquel sueño de Don
Bosco, cuando el buen Padre vió correr
a su encuentro ejércitos de niños de bron
ceada faz, gritando: ¡F inalmente has ve
nido ; te habiamos esperado tanto tiempo!
Los sueños se han convertido en realidad.
en italiano, francés y español. H an apren
dido estos cantos de la boca del misio
nero y de los clérigos que pasaron allí
una tem porada durante las vacaciones;
y ahora estos montes resuenan con las
melodías salcsianas y todo el repertorio
desde « volano, vola no » a * la formiga
¡a va sulla spiga », al M arinaio del Cardenal
Caglicro, va recreando nuestros oidos y
hace unir nuestras voces a aquel coro
Caesfá arriba. - Los cantos salesianos.
Y empieza la subida. Los niños van
delante. Su infantil alegría, la emoción
de aquel entusiasta recibimiento son como
alas de ternura que nos envuelven y hacen
menos sensible la fatigosa subida y el
calor sofocan te. E l camino es áspero y
difícil; a veces no basta posar en el suelo
los pies, hay que abrazarlo con las manos.
F a fbe r B a rs para consolarnos nos cuenta
que un K h asi, duran te la estación de las
lluvias, dió un resbalón y se cayó en un
precipicio, quedando muerto. Pero la
alegría no dism inuye y el Padre Ricaldone
a pesar de la cándida barba que durante
el largo viaje ha ¡do cubriendo su rostro,
es de los primeros en man tener el buen
humor. Fin alm ente el sendero, cansado
de trepar, sigue horizontalmente entre
frondosos árboles. El camino llano rea
nima la conversación y los niños vuelven
a sus cantos. Pero ¡q u é sorpresa más
agradable! Son nuestros cantos; los cantos
de los primeros tiem pos del O ratorio, los
mismos que cantaban los niños de T u rí n ,
cuando alegres rodeaban a D on Bosco:
Bondi, care maraie...
V iva Don Bosco, nostro P a p á!
Y no solo cantan en Piamon tes, sino
i»
Assam (India) — MooomenloB funerario!.
que en tan lejanas tierras hace que nuestro
Su perior conmovido exclame: i Q uién iba
a decir que había que venir a esas lejanas
tierras para oir nuestros tradicionales cantos ?
Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos
a la cumbre y nos enconframos fren te a
la Iglesia, donde vim os que otro nos
había precedido: ¡D o n Bosco! S í; porque
aquellos cristianos, con delicado pensa
miento, en la plaza que se extiende de
lante de la Iglesia, habían colocado, como
en un trono, el retrato de D on Bosco,
adornado con flores y banderas. Y así
D on Bosco mismo con su amable sonrisa
nos dió la bienvenida. L os pajccitos fo r
maron corona alrededor del cuadro y
volvió a resonar el himno de triunfo:
Cantiam di Don Bosco...
238
En Laiíkynsew como en Tarín.
Laitkynsew se halla situado en la cima
de una cadena de montañas que por una
parte desciende suavemente hacia la in
mensa llanura del S y lle t , surcada por
ríos navegables, mientras por la otra está
casi cortada a pico, formando profundos
valles y espantosos precipicios. El clima
es envidiable. T o d a la comarca está sem
brada de pueblecitos, que semejan nidos
en medio de la espesura del bosque.
E n tanto la plaza de la Iglesia parece
uno de nuestros grandes San tarios de
montaña, en un día de peregrinación.
D iversos grupos de cristianos, todos con
trajes de vistosísimos colores, se han
distribuido según las diversas provenien
cias. A lgunos han venido de pueblecitos
distantes dos jornadas de camino; todavía
llevan en la espalda el saquito de arroz
con que se alimentan... N osotros vamos
pasando de grupo en grupo pues todos
quieren ver de cerca al F a ther Rangbah,
llevarse su mano a la fren te y regalarnos
naranjas. Sobre todo los niños no saben
separarse de nosotros y da gusto verlos
tan graciosos y lim pitos. L a banda lanza
al aire sus festivas notas y terminada la
vuelta a través de los diversos grupos,
ya hacia el atardecer, entramos en la
Iglesia para hacer una visita a jesús, antes
de entregarnos al descanso.
Al día siguiente hubo que cantar la
misa al aire libre. La celebró el Rvd m o.
D . Pedro Ricaldone y asistieron mas de
1.500 personas. N uestros huerfanitos can
taron una misa de Page H a. Y así bajo la
bóveda de un ciclo sereno, apoyada en
gigantescas cadenas de montanas, la hostia
de paz se levantó para bendecir a toda
aquella región.
A las once se desarrolló un festival
gim nástico. El grupo gim nástico « Don
Bosco^ de S t . A ntony, hizo filigranas
entre la admiración de aquellas buenas
gentes que nunca habrían crcido a sus
hijos capaces de ejecutar tan hermosos
ejercicios. El buen salesiano coadjutor
Roncoroni ejecutó magistralmcntc la gran
vuelta en la barra fija. La multitud lo
contempló con pasmo y ansiedad y al
final c.xclamaron: M a rrí ¿ Q u ie n se atre
verá nunca a hacer la guerra contra esta
gen te? y lo miraban como a un mago.
Inútil decir que durante todet el día
D . Pedro Ricaldone se vió asediado por
la gente que se renovaba sin cesar y yo
no hacía más que darle medallas y es
tampas de M aría A uxiliadora para dis
trib u ir entre los visitan tes. N o sólo los
niños, sino los hombres y m ujeres acudían
diciendo: ¡Padre, dame a J esús! ¡dame a
M a r í a l. Si, pueblos buenos y sencillos
ahora os daremos la imagen de Jesús,
pero pronto esperamos poderos dar a
Jesús mismo. T a m b ié n se presentaron
comisiones de cinco o seis pueblos a
suplicar que se Ies enviara un maestro
católico, porque todos querían hacerse
cristianos, i Cómo se encogía el corazón
ante la im posibilidad de dar en seguida
acogida favorable a sus súplicas! iC ón io
sufría nuestro buen Su perior al tener
que contestar con un « Veremos, haremos
¡o pos¡b!e.. J Y ¿có m o podremos hacer
fren te a tantas necesidades? i A h! si hu
biera medios suficientes para dejar en
cada pueblo un catequista, la religión de
Cristo obtendría en estas tierras el más
grande triu nfo.
Por la tarde hubo la gran reunión.
Asistieron a ella m ás de -j.ooo personas
y todos los discursos fueron en honor de
D on Bosco y de su representante. Al
final, con general sorpresa se levantó a
hablar D on Pedro Ricaldone, quien leyó
un discurso en lengua khas¡. La correcta
pronunciación y la seguridad con que
redondeaba los periodos produjeron enor
me sensación. T odos daban muestras de
gran alegría al oirlo hablar en khasi y sadm iraban de su im provisada ciencia.
La ceremonia terminó con la bendición
dada al aire libre.
Y a anochecido, en un palco im provisado,
nuestros hermanos coadjutores con los
niños de S t . A ntony entretuvieron a toda
la concurrencia con una representación
teatral a la que asistió una multitud enorme,
atraida por la curiosidad, y que no cesó
de reir siguiendo con gran in terés las
cómicas escenas.
El día siguiente, lunes, fu é jornada
de despedida. A ntes de volver a sus res
pectivos pueblecitos, aquellos fervorosos
cristianos se arrodillaron por turno de
lante del P. Ricaldone para recibir la
bendición de M aría A uxiliadora, i C uán tas
veces al ver aquel espectáculo de fe.
239
salía de nuestros labios esta expresión:
¡ O h, si estuviera aquí nuestro D on F elipe
Rinaldil
Episodios conmovedores.
El martes emprendimos la vuelta hacia
Shillong. Y a algo lejos de Laitkynscw,
nos alcanzó un anciano que arrodillándose
son poderosos. T res años ha, por obra
de un buen católico khasi, la buena se
milla fu é sembrada en M ausm ay; germinó
en el corazón de un anciano que era como
un patriarca, rodeado de una numerosa
familia de hijos, nietos y biznietos y al
convertirse él, comunicó el fuego sagrado
a la mitad de la población y F afber Ba rs
tuvo el consuelo de administrar en un
Shillong (Assam-India) — P aisaje típico de aquellas (ierras.
en tierra dijo al F ather Rangbah: Q ue
D ios te conceda un feliz viaje, si no nos
volvemos a ver en la tierra, ruega para
que podamos vernos en el C ielo con
D on Bosco.
Pero el viaje tenía que term inar con
un episodio con movedor. A 5 K m . de
Cherrapunjee se encuentra la aldea de
M ausmay. F u é en este pueblo donde el
año 1842 los protestantes iniciaron su
obra evangelizadora entre los K h asi; y
no obstante todos sus esfuerzos no logra
ron hacer ni un solo adepto; hecho tanto
más sorprendente si se considera que en
los pueblos colindantes ios protestantes
É
solo día 105 bautismos y las conversiones
continúan sin cesar. Es una comunidad
que recuerda y reproduce el fervor de los
prim itivos cristianos. El buen anciano,
de quien se valió la gracia de D ios para
obrar este portento, falleció santamente
hace unos tres meses. En el bautismo se
le im puso el nombre de Pedro; también
él fu é un apóstol y de la última hora;
pero murió contento con la sonrisa en los
labios porque iba a ver al buen D ios.
Esta cristiandad merecía, pues, una v i
sita y cuando el automóvil llegó a las
primeras casas, vimos que todo el pueblo
estaba adornado con banderas y una mu-
1
240
chcdumbre de niños y gente rodeó nues
tro automóvil. N os detuvimos en la casa
del anciano Pedro, donde nos habían
preparado un recibimiento en toda regla.
La sala principal de la casa, o mejor gran
cabaña, estaba toda adornada; a falta de
mesa, una tabla puesta a la altura de medio
metro hizo estupendamente sus veces.
D ada la solemnidad de la circunstancia,
estaba cubierta con blancos manteles, so
bre los cuales lucían tazas de porcelana
y ha§ta dulces a la europea. N os sentamos
al rededor de aquella mesa en unos asientos
sumamente bajos y todos los Cristianos,
unas 150 personas, de pie en torno nues
tro. Entonaron un himno de ocasión y
leyeron un discursito, pidiendo un ma
estro. Somos ya 150 , decía el lector, y
otros muchos quieren ser instruidos. N o
tenemos quien nos ensene. T ú que eres
el Padre de nuestras almas, tú que has
sido enviado por D on Bosco, mándanos
un catequista para que enseñe a nuestros
hijos a amar a D ios.
D . P. Ricaldone hizo contestarles que
ciertamente encontraría algún bienhechor
que se encargara de hacerles construir
cuanto antes una iglesia y una escuela.
En aquel ambiente de fam ilia, sencillo,
ingenuo, se cantó, se rió, se ejecutaron
nuestros cantos, que los niños conocían
perfectamente. N os ofrecieron el im pres
cindible te y tam bién aqui nos cargaron
de naranjas, hasta llenar dos grandes
cestas... Pero, llegó el momento de la
separación; algunos niños hasta lloraban;
también nosotros estábamos con movidos.
El tiempo aprem iaba, el P. Ricaldone los
bendijo, estrechó a todos la mano y el
automóvil partió, saludado por una salva
de aplausos y aclamaciones. Y a fuera del
pueblo, nos dimos cuenta de que los
niños habían adornado el automóvil con
diez banderitas de color y con aquel sím
bolo de triu nfo y de alegría entramos en
ShiUong.
H a aqui, amado Padre, una pálida
idea de los agasajos que al representante
del Sucesor de D on Bosco tributaron
aquellos buenos cristianos. Si esta narra
ción suscita algún bienhechor que se
acuerde de Mausmay y de los demás
pucblecitos, sin duda que los restos dcl
buen anciano Pedro, se conmoverán de
alegría y M aría A uxiliadora llegará pronto
a ser la Reina de estas tierras. Ben díganos
a todos y especialmente a su afmo. hijo
in C . J.
E s t e b a n F e r r a n d o Pbro.
Misionero S alesiano.
D EL JA P Ó N .
Enírada
en el campo de trabajo.
M iya z a k i, 22 de feb rero de 1927.
V en eradísim o S r . D . F elip e Rin ald i:
A cabo de llegar de N a k a tsu, don de he dejado
instalados a n uestros q ueridos h erm anos P. Piacen za, P. Leó n y S r . M erli n o. ¡D eo gratiasf^
N uestra pequeña fam ilia de M iy a z a k i se v a
desm em bran do para ocu par las- otras dos r e
sidencias confiadas a nuestros cuidados.
Nuestra primavera.
H ace un año que empezamos- n uestro t r a
bajo de preparación, procurando- ve n cer lasdificultades de la lengua, m ie n tras en m edio
de los encan tos de la naturafeza que se ofrecían
a n uestros ojos extasiados, soñábam os llegara
el momento de poder hacer algo en favor de lasalm as confiadas a n uestros cuidados. Y ahora
al reaparecer la florida prim avera japonesa,
rodeados de las m ism as fascinadoras, bellezas,
au nque balbucean do apenas esta d ifícil lengua^
em pezam os, en el nom bre de D ios, d e M ar ía
A uxiliadora y dcl V b lc . Juan E osco, nuestra
h u m ilde obra.
L as yem as lozanas, los cap u llos que se abren,
los verdes prados que renacen yen do a co n fu n
dirse con el verde oscuro de los pin ares que los
rodean y que trepan atrevidos por las lad eras
de las m on tañas, las abigarradas rocas con tras
tando con los restos de los cañaverales de bam bú
y el azulado m ar que se extien de hasta el m ás
lejano horizon te, sem brado de escollos y p ro
m on torios, todos son para m i sím bolos de los
fru tos que nos esperan, de la armonía de tantos
corazones de herm anos y am igos lejanos que
con nostálgico cariño piensan en nosotros; de
la unión in tim a de oraciones y de auxilios d e
tan tas alm as generosas que no dejarán de so
corrernos. Y m ie n tras el tren veloz m en te nos
con d ucía a travos de esas bellezas naturales yo
soñ aba... soñ aba... M irando- a mi alrededor,
veía a esos buenos japoneses o taciturnos y
reflexivos, o hablando de sus negocios; oía e l
alegre charloteo de los estu d ian tes que llenan
241
los trenes para d irigirse a los cen tros de estudios;
a la derecha, el m ar que se ocultaba y reaparecía
en form as siem pre n uevas; a la iz qu ierda, m agn í
ficas llan uras cultivadas y terraplenes llenos de
vegetación y a lo lejos, las mon tañas sem bradas
de pueblecitos y pequeñas ciudades y de pop u
losos centros dedicados a la agricultura o al
com ercio.
E n vano m is ojos buscan en tre estos pueblos,
en medio de sus casas la iglesia católica, m os
tran do en lo alto de sus torres la cru z salvadora...
E n cambio acá y acu llá, en medio de verdes
ferrocarril im portan te y a poca distancia del
M a r in terior del Japón , en medio de una lla
n ura bien cultivada con cereales, fru tales y
h uerta y hacia el in terior lim itada por una ca
dena de mon tañas, donde todavía se descubren
rínconcitos nevados.
E n la estación nos aguardan los pocos cr is
tianos que allí residen y la fam ilia de) fotógrafoqu iso recib irnos en su casa para descansar y
tom ar un bocadito. H acia las siete de la tarde,
hicim os la en trada solem ne en nuestra residen
cia. E n tonam os el T e Deum en n uestra modesta
M iyazaki (Japón) — Los misioneros salesianos antes de separarse para ir a fondar la residencia de N a k a l a u .
bosques, se levan ta el tem plo pagano o se d es
cu bren a lo largo de la cam piñ a, pequeños ce
m en terios. D oquiera se advierte una vigorosa
actividad económ ica; p ero, cuán to m ás p rove
chosa sería si estuviera anim ada por n uestra fe.
D oquiera ta m b ién m uch ed u m bres in fan tiles
que se d ivierte n alegrem en te o que se recogen
en las n u m erosas escuelas... Y al con tem plar
aquellos cam pos cubiertos de prom etedoras
m ieses exclam aba m ás con el corazón que con
los labios: « ¡ O h amado J esús! g u a n d o veremos
dorarse la abundante mies que nos h a sido con
fiada ? »
E l frasplanfe.
L as n ueve largas h oras d e tren han pasado
y ya estamos en N a k a tsu, la residencia m ás sep
ten trional de n uestra M isió n , hermosa ciudad
de m ás de 20.000 habitan tes con estación de
capillita y acogién donos a la protección de M aría
A uxiliadora y d e Sa n José, a q u ien está dedicada
la residencia, y encom en dán donos de corazón
a D on Bosco, preparam os lo necesario para
p asar la noche. L a cama japonesa está pron to
lista: encim a d e una estera, u n pequeño colchón,
luego las m an tas y ..., ¡B u e n as noches!
A la mañana sigu ien te en tronizamos defin i
tivam en te a Jesús en n uestro T ab er n ácu lo, ro
gán dole venga pron to a rein ar sobre estas alm as.
E l día lo pasam os ordenan do la casa y p rep a
rando la fim eión para el día siguien te que era
dom ingo. D ijim os la misa con la m ayor solem
n idad posib le y el P . Piacen za Ies d irigió un
serm oncito. N o faltaron la música y los cantos,
term in án dose todo con la Ben dición de jesús
Sacram en tado.
L os seis ú n icos cristianos que asistían a la
fu n ció n no cabían en sí de alegría, pensando
en e l risueño p orve n ir que esperaba a su co m u-
242
nielad. L as notas del arm oniu m y los cantos
h icieron asom ar a algún curioso que pasaba
por la calle; por ahi se empieza.
Y a anochecido se presen taron tres m uchachas,
m anifestando el deseo de instruirse. L es dimos
algú n librito, una estampa y una medalla de
M aría A uxiliadora y de D on Bosco. ¿ Q u é más
podíam os desear para el prim er día ? 6 Y ahora ?
V irge n de mi vida, M aría A uxiliadora y D on
Bosco de m i alma, tom adla por vuestra cuen ta.
¡Que venga la hora de la Redenciónl
A rregladas las cosas a la buen a, con verd a
dera pobreza salesiana, me despedí de aquellos
buenos hermanos y em pren d í el viaje de regreso
a M íy a z a k i. Y m ien tras el tren iba subiendo
las escarpadas cuestas o atravesaba los n u m e
rosos tú neles o em prendía vertiginosa carrera
a través de los verdes cam pos, yo no cesaba de
rezar y m editar. Y al pasar de nuevo por O ita,
cam po principal un tie m po del apostolado de
Sa n F ran cisco Javier y fuerte baluarte de cr is
tia n ism o en el Japón, pasaban por m i mente
los n u m erosos m isioneros jesuítas con sus
m uchas iglesias, escuelas y hospitales y con sus
70.000 cristianos; pero al mismo tiem po surgían
en mi fan tasía, en' danza vertiginosa, los tres
siglos de persecución, las dolorosas apo^^tasías
que cam biaron el aspecto de aquellos cam pos,
un tie m po tan fru ctíferos para la fé.
A l trabajo que con tanto celo han em pren dido
los m isioneros de las M isio n es Extran jeras de
Paris, añaden ahora su m in úsculo con tributo
los h u m ildes hijos de D on Bosco. C iertam en te
esta gran N ación Japonesa parece destinada por
la Providencia para regenerar a los pueblos dei
extrem o O riente y con d ucirlos a Jcsucri.,to.
Esto significa a mi modo de ver, su maravilloso
progreso material, y las m ism as dificultades de
todo genero que se oponen al apostolado cató
lico por parte de las fuerzas u nidas del enemigo
de las almas. Segú n la opin ión de los m isioneros
que nos han precedido, cooperar a la evangeiización dcl Japón es hacer obra de inmenso
valor para la Iglesia católica, i Pues bien, her
manos y C ooperadores n uestros, con oraciones
y con sacrificios luchad a n uestro lado por
Jesús y por las alm asl
Bendiga, amado Padre, nuestros prim eros
trabajos. H emos iniciado nuestra M isió n en
N ak a tsu, al em pezar el mes de S . José y p re
dicando sobre la parábola de la sem illa! ¡B u e n
augurio! D ios qu iera que la sem illa caiga en
tierra buena y que crecien do prod u zca real
mente trein ta, sesenta y ciento por uno.
Por toda la colonia salesiana japonesa su
•f m o . hijo
V i c e n t e C i m a t t i Pbro.
M isionero S alesiano.
Las H ermanas salesíanas
en el C haco Paraguayo.
Copiamos de un diario uruguayo:
A caban de em barcarse con destino a la M isió n
entre los in dios dcl Chaco Paraguayo tres H er
manas Salesia nas.
E l hecho merece ser destacado.
Estas tres H erm anas que abandonan su patria,
el C olegio, todos los vín cu los de am istad y de
sangre, para trasladarse al remoto desierto e
in iciar una vid a n ueva, ju n to a la toldería i n d í
gena, en tre todas las m olestias e incom odidades
y fren te a todos los peligros, por este solo hecho
se convierten en heroínas de la caridad y del
sacrificio.
A n te estas tres peregrin as m ovidas por un
am or sobreh u m ano al indio y por una sobre
h um ana com pasión d e sus m iserias, es preciso
inclinarse, sin distinción de ideas o de creencias.
U na circu nstancia im prim e a este episodio
un valor singular.
So n ellas las prim eras H erm anas M isio n eras
que se ponen en contacto con los in dios del Chaco
Paraguayo.
Ju n to a su bla n ca toca sen tirán aquellos seres
in felices los prim eros latidos de un am or, para
ellos totalm en te desconocido.
L as in dias, sobre todo, que arrastran su e x is
tencia en la estú pida in ercia del toldo, envueltas
en la in m u n d icia material y m oral, .se h allarán
finalm en te fren te al tipo ideal de la m u jer, cuya
sola presencia les dejará en trever u n destino
y una posición social ja m ás sonados.
E n verd ad , era un hecho doloroso el que,
después de cuatro siglos que la lu z de la c iv i
lización se irradia sobre este vasto con tinen te,
h ubiese seres a qu ien es no alcan zara aú n su
prim er resplandor.
Y es un honor para n uestra tierra u rugu aya,
el que de ella hayan salido los prim eros heraldos
de esta civiliz ación , con la pequeña caravana
de H ijas de M aría A uxiliadora.
Libros recibidos.
H emos recibido de la acreditada librería
Luis C i t i, C órcega 4 15 Barcelon a, los siguien tes
libros que recom endamos a n uestros lectores:
T ratado elemen tal de filosofía, por Profesores
de la U n iversidad de Lovain a, trad ucido de la
7* E dició n Francesa por el P. José d e Besalú
— 7* E dición — D os tomos 15 ptas.
E l A m igo A lberto, N ovela n. i z de la B iblio
teca Rosaleda, por José M . F olc h y T o rres —
U n volu m en, Ipta.
La fiesta de María Auxiliadora en Turín
Impresiones de un peregrino (Conclusión).
A medio día.
F inalm ente; en el altar lateral de San
Pedro, donde duran te todo el Pontifical
se ha estado distribuyendo la comunión,
reservan el último copón. Encontrándome
con el sacristán (i Pobre Sacristán , que
después de 24 horas seguidas de ocupa
ción incesante no puede con su alma!)
le pregunto el número aproxim ado de
sagradas formas distribuidas en aquella
mañana: — M ás de 12.000, me contesta
y yo me quedo ponderando la enormidad
de la su ma.
A los pocos minutos, mientras atra
vieso el patio para dirigirm e al Com edor,
uno de los encargados de la Sacristía
cogiéndome de un braeo me dice, profu n
damente emocionado:
— i A y , amigo; qué espectáculo de fe!
A cabo de pasar mis dos horas de turno
en la Sacristía anotando intenciones de
misas y recibiendo donativos. Estos co
razones sencillos edifican con su genero
sidad. i Q ué de episodios edificantes he
oído, narrados a media voz, casi con re
paro, como considerándose por una parte
indignos del favor recibido y queriendo,
por otra, dar a conocer las bondades de
M aría A uxiliadora.
— i C uén tem e alguno de los más inte
resan tes!
— El más breve, porque ya vamos a
en trar en el comedor. U na viejecita de
65 a 68 años, de faz apergaminada, se me
presenta, preguntando dónde puede hacer
un donativo.
— A quí, buena m ujer.
— Es que quisiera que fuera para las
M isiones.
— Si, si; aquí, se reciben todos y queda
anotada la intención. Y mientras ella
busca en el fondo de un raído maletín su
portamonedas, le pregunto bajito:
— ¿Y de dónde viene V ., si no es in
discreta la pregu n ta?
D e cerca de M ilá n , a unos 120 kiló
metros de distancia de T u rí n . M e gano
la vida llevando a pacer unas cuantas
vacas; y para venir he tenido que pagar
a una vecina que me sustituyera, doce
liras diarias.
— ¿ O sea 24 liras!?
Y el pico, porque he venido a. pie y
pienso volverme a pie.
— Pero ¿ p o r q u é?
— Porque así me ha parecido bien.
Esto es ir de peregrino; así lo hacía mi
madre. T res días de camino no es nin
guna cosa del otro mundo.
— Y otros tantos para la vuelta.
— í C laro está! Pero para asistir a un
espectáculo como este se puede dar por
bien empleada cualquier fatiga. Pero tome
V . mi pequeño donativo, pues con mi
charla hago esperar a los demás.
Y o me esperaba el ordinario bilietito
de cinco liras, o de diez a lo sumo. ¡ Pobre
viejecita, pastora de vacas en la llanura
lom barda, ya hubiera sido mucho para
ella! ¿ C u á l no sería mi sorpresa al ver
que de su miserable portamonedas saca
un envoltorio de billetes de banco y al
contarlos encuentro la suma de 820 liras?
Y al decirle yo para darle las gracias:
— Pero esto es demasiado para V .
— N o diga V . eso, me atajó en seguida;
todavía estoy en deuda con la V irgen.
¡S i V . supiera!
A Jas dos y media de ¡a farde.
E n la Sacristía de M aría A uxiliadora.
Asistimos algunos momentos a uno de
los espectáculos más conmovedores y
típicos de este gran día. Se im parte la
Bendición de M aría A uxiliadora a cuantos
244
la solicitan. Es una multitud que va des
filando sin cesar ante dos sacerdotes re
vestidos con • oquete y estola que se van
relevando cada media hora. ¡A sí, ni más
ni menos! D e dos en dos, de cuatro en
cuatro, de ocho en ocho, se arrodillan a
los pies del Sacerdote, contestan a las
preces del ritual, se inclinan profu nda
mente cuando el sacerdote hace la señal
de la cruz y dejan el lugar a los que están
esperando.
Es verdaderamente conmovedor con
tem plar la variedad de porte, de actitudes,
de maneras de vestir de los devotos de
lii V irgen. H ombres del campo, caballeros
distinguidos, mujeres de todas condi
ciones, unas con un pobre pañuelo en la
cabeza, otras con elegante sombrero. So
bre todo muchas madres con sus pequeñitos en brazos, que consideran esta ben
dición como el mejor escudo contra toda
clase de peligros para sus criaturitas. Y
enfermos, muchos enfermos, que se acuerdan, o lo han oído decir, o lo ven en
la multitud de ex-votos que cubren las
paredes del Santuario, que este lugar ha
sido testigo de curaciones portentosas,
obtenidas por la bendición de M aría A u
xiliadora. V si no se levantan curados, se
vuelven al menos resignados y con la
esperan za en sus corazones.
A /as cuafro de la farde.
En e l cuarto de D on Bosco.
Salimos de la sacristía y siguiendo una
fila compacta de peregrinos, subimos a
las habitaciones donde vivió y murió el
gran apóstol de M aría Sm a. A uxiliadora,
el V enerable Juan Bosco, F u ndador de
la Congregación Salcsiana. Es visita obli
gada, para todos los que acuden a pos
trarse a los pies de la taumaturga V irgen.
Llegados al segundo piso, pasamos por
un largo y estrecho balcón que hace como
de corredor exterior y entramos. C uatro
estancias y una pequeña galería; La anfécamara, donde pacientemente esperaban
su turno los que querían ver a nuestro
V b lc. F u ndador; el/lum/ Wc cuartito donde
vivió el gran Siervo de D ios, Don M iguel
Rúa, el prim er Sucesor de Don Bosco;
el pequeño oratorio, donde D on Bosco
celebró misa los últimos años de su vida
y el cuarto donde murió el Siervo de D ios,
con la misma cama, los mismos muebles y
utensilios que entonces se encontraban en é L
A quí vivió -55 años; en aquel humilde
¡echo donde por breves horas se entregaba
al descanso, vió las magníficas escenas
de sus incomparables sueños; sentado'
cabe este pobre y pequeñito escritorio,
redactó los millares de cartas, modelos
en su género y los numerosos opúsculos
y libros (más de 100) que hicieron de él
un verdadero paladín de la Buena Prensa;
sentado en este descolorido sofá, recibía,
consolaba, aconsejaba, volvía las almas
a D ios; y delante de este pupitre, prolon
gaba sus vigilias, a veces la noche entera,
a la luz de este quinqué, religiosamente
conservado, leyendo, escribiendo, rezando.
Es aquí, en una palabra, donde la m ás
vigorosa fibra se consumió hasta el últimO'
respiro, para la salvación de la juven tud
pobre y abandonada. H asta el punto d e
que desde 1884, cuatro años antes de su
muerte, ya completamente agotado, rara,
vez dejaba sus habitaciones; sólo de v e r
en cuando se asomaba a los balcones de
la pequeña galería para saludar a los
niños, que clamorosamente jugaban en
el patio y que, al verle, prorrumpían err
entusiastas ovaciones, que hacían v ib rar
de emoción aquel corazón que tanto los
amaba. Y cada sábado, los más gran decitos subían a aquel cuarto y esperabart
su turno para arrodillarse junto a aquel
sillón, donde el V enerable recogía los
más apetecidos frutos de su apostolado.
Esta larga historia de santidad, el pueblo
no la conoce sino muy someramente,
pero lo bastante para comprender que el
terreno que pisa es sagrado. Por eso, al
entrar en estos ambientes, el m urm ullo
de las conversaciones cesa, el respeto y
la admiración se posesionan de los cora
zones y junto a aquel lecho, donde murió
el genial Educador, Padre de tres grandes
familias religiosas, casi instintivamente se
doblan las rodillas y se reza. Y a m ás de
un visitante hemos visto posar sus labios,
llenos de fe, sobre la ropa de aquella
cama, desde donde, una mañana de enero,
mientras las campanas de M aría A u x i
liadora tocaban el A ngelus, volaba h ad a
el trono del A ltísimo, acogido por aquella
V irgen que por su medio había obrado
tantas maravillas, su fiel Siervo, el V ene
rable Juan Bosco.
Él
245
A las cinco de Ja farde.
Volvamos a la Basílica. V an a empezar
las segundas V ísperas Pontificales. N uevas
oleadas de gente llegan para asistir a la
fu nción; pero ya no es posible entrar,
pues la afluencia de devotos no ha cesado
ni un solo momento y una gran parte
tiene que permanecer en la plaza y en los
patios, en espera de la solemne procesión.
Entretanto fuera del T em plo, a lo largo
formaciones, los patios del O ratorio. Sólo
ios O ratorios y Colegios Salesianos de
niños y niñas forman un ejército de unos
4.000. Pero es que además toda la católica
ciudad, ha querido form ar en el desfile.
Y a ios Colegios Salesianos se suman, en
filas de ocho y diez en fondo, precedidos
por sendos estandartes, la juventud cató
lica, los boyscouts, los huérfanos de la
guerra, las delegaciones de las Parroquias
con sus asociaciones, los C írculos Cató-
Turin (I(alia) — E) paso de M a rta Ausiliadora en la procesión.
d e los tres kilómetros que ha de recorrer
la procesión, todo es animación y vida
crecien te. Los que han quedado en las
casas dan la última mano al adorno de
las fachadas, y de todos los balcones y
ventanas penden colgaduras más o menos
ricas, con adornos de flores y prepara
tivos de iluminación. M edia hora antes
de la salida de la procesión ya se dibuja
en las calles del recorrido, la doble hilera
de público ansioso de contemplar el desfile.
Al. entonarse la primera antífona de
las V ísperas, empieza a ponerse en marcha,
tras la cruz alzada, la cabeza de la pro
cesión. Y apenas si bastarán tres cuartos
d e hora para hacer desfilar a la multitud
de niños y jóvenes de ambos sexos que
agrupados alrededor de los respectivos
estandartes, llenan, en bien ordenadas
áU
heos. M ás de 300 banderas ondean al
viento, besadas por los últimos rayos del
sol que asombrado contempla el espectá
culo antes de hundirse en el horizonte y
seguidas de los compactos grupos que
representan. N u eve bandas de música
acompañan los cán ticos o llenan los in
tervalos. 6 C uán tos form arán en esta pro
cesión que, cuando en el interior del
T em p lo se están acabando las V ísperas,
cubre ya un kilómetro de carrera ? ¿ D iez,
doce mil perdonas ? Resulta difícil el
cálculo; pero el desfile aumenta y acabada
la función en la Iglesia, la multitud que
la llena va formando en sus respectivos
grupos de madres cristianas, de hombres
católicos de la Parroquia, de adoradores
del S mo. S acramento y durante otra larga
hora la puerta del T e m p lo va dando sa-
246
lida a una muchedum bre imponente,
mientras en las calles, a ambos lados, se
ha formado una masa compacta de ex. pcctadores, que a veces obliga a la pro
cesión a pasar por estrecho sendero y
todos contemplan admirados aquel reli
gioso cortejo, de tonos tan variados, de
fe tan sentida, de recogimiento tan ejem
plar; pues todos los grupos o cantan o
rezan. En las casas se ha adelantado la
comida y de los cuatros ángulos de la
ciudad, una m uchedum bre ha acudido
para contemplar la apoteosis de M aría
Santísima A uxiliadora. M ás de 100.000
personas se agolpan en los balcones y
en las calles, especialmente en el majes
tuoso Corso Regina M argherita. A lguno
podrá haber venido solo por mera curio
sidad, pero bien pronto aquella atmósfera
de fe, que allí se respira, toca ios cora
zones y nadie volverá a su hogar sin haber
dedicado al menos un pensamiento de
amor a A quella, que no se invoca jamás
en vano.
V edla ahi, que aparece en este momento
por el arroyo central del Pasco, en medio
de una montaña de luces, sobre una ca
rroza triunfal convertida en un gigantesco
ramillete de flores, dulcemente empujada
por hombres que se disputan este honor.
La preceden inmediatamente unos dos
cientos niños artesanos y estudiantes re
vestidos de sotana y roquete que forman
el clero infantil, los doscientos cuarenta
teólogos del Instituto Internacional de
la Crocetta, algunos de los quales llevan
los 53 estandartes ricamente bordados y
que ostentan los colores nacionales y los
escudos de las N aciones a donde los SaIcsianos han llevado el culto de M aría
A uxiliadora, unos doscientos sacerdotes
con sobrepelliz, salcsianos y no salcsianos;
unos cincuenta revestidos con ricas capas
pluviales, seguidos por dos obispos y el
Cardenal de T u rín en capa magna, que
va bendiciendo a su amada grey, que pia
dosa se arrodilla al paso de la taumaturga
Imagen. Y detrás de la cstátua, una m u
chedumbre que va engrosando cada vez
más y que a duras penas puede contener
un compacto grupo de universitarios ca
tólicos que cierran el desfile. El espec
táculo es grandioso, emocionante; es una
hora de triunfo incomparable. En las
ventanas, en los balcones, en las aceras,
en los árboles, en los tejados bajos, la
multitud se amontona, se apretuja, visi
blemen te con movida.
i Y se llega a Porta P a la z z o! E l gran
mercado de T u rí n . Vendedores y ven
dedoras aguardan en su s'p u est os enga
lanados, el paso de su V irgen, para saludar
a la que ellos han escogido como Patrona
y a quien han levantado, en el centro del
mercado, una estatua permanente. Con
que satisfacción y apostura contemplan
el desfile; parece que digan: Esta es la
V irgen dcl mercado, miradla que hermosa,
tuvim os buen gusto en escogerla como
Patrona.
U ltima etapa: la V ía Cottolengo. L a
Procesión pasa por el estrecho arroyo,
entra las dos paredes de la ciudad del
dolor, el hospital levantado por el Beato
Cottolengo, donde más de 8.000 enfermos
de toda edad y sexo, afectos de todas las
miserias, hasta de las más repugnantes,
encuentran seguro asilo, bajo el único
amparo de la Providencia. Es la única
vez en el año que se deroga el reglamento
que los hace ir a dorm ir tem prano y allí
están todos aquellos desgraciados, aso
mados a las numerosas ventanas, detrás
de las rejas, percibiendo lo que pueden
de aquel maravilloso espectáculo. D ecimos
lo que pueden, porque, pobrecitos, ciegos,
sordom udos, idiotas, paralíticos, ep ilép
ticos, sin contar los que no pueden dejar
el lecho, sólo a medias pueden percibir
algo de lo que pasa a sus pies. Y sin em
bargo al verlos extasiados, detrás de
aquellas rejas se diría que no les escapa
un detalle. U n poco más adelante, están
los niños pequeñitos de dos, tres y cuatro
años, recogidos en aquella casa de caridad
y.de heroísmo, con las manecitas agarradas
a las rejas y que mandan besos a la V irgen
que pasa. Y todos la siguen con los ojos
como un sueño de belleza, que habrá que
esparar un año para volver a ver.
Y llegamos al fin del triu nfal desfile.
M ás de una hora hace que la cabeza de
la procesión ha entrado- en la iglesia. La
Plaza de M aría A uxiliadora no es más
que un mar de cabezas. En todos los sa
lientes, en todos los balcones, a lo largo
de las tapias no se ven mas que racimos
humanos esperando la llegada de la imagen.
La noche va extendiendo lentamente
su manto; todo va quedando envuelto en
247
las som bras; solo cerca de la imagen se
v a . haciendo cada vez más visible una
ancha faja luminosa. T od avía breves mo
mentos y el paso entrará en la plaza. Ya
llegó. E n aquel instante, como para darle
el saludo de vuelta, todas las campanas
del Santuario son echadas al vuelo y de
repente las 5000 lám paras eléctricas en
vuelven el tem plo en una red luminosa
que esparce una suave luz sobre toda la
m uchedumbre.
E n el tem plo ya no cabe una persona
más y en el exterior una m uchedum bre
diez veces mayor, sigue el canto del A ye
M orís sfeUa popular, entonada por los
universitarios y luego el Tantum ergo. Al
poco rato tres toques repetidos de la gran
campana del Santuario anuncian que en
el interior del T em plo se está dando la
bendición con el San tísim o. U n religioso
silencio domina toda aquella muchedum
bre; todavía breves momentos y un toque
de corneta que llega a lo más íntimo del
alma, hace caer de rodillas a aquel mar
humano, que llena la plaza, para recibir
la triple bendición con el Santísim o que
el A rzobispo ha salido a dar desde el
dintel de la Basílica.
Y enseguida como movidos por un
resorte todos aquellos corazones, emocio
nados, se ponen de pie y se confunden
en una sola aclamación y en un frago
roso aplauso. D espués de haber honrado
a la M ad re se honra al H ijo. A d Jesum
per M ariam.
A media noche.
¡Silen cio perfecto! L a muchedumbre
que durante 30 horas no ha cesado de
renovarse ha permanecido todavía hasta
las once contemplando el espectáculo de
la Basílica iluminada y escuchando los
acordes de un concierto popular que da
la Banda del O ratorio F estivo. Pero al
terminarse la iluminación toda aquella
m uchedum bre ha ido lentamente desfi
lando. Y ahora domina la noche profunda
y silenciosa; ni la más ligera brisa turba
su tranquilidad; es una hora divina...
Y allá en lo alto de la cúpula, como
velando el sueno de la naturaleza y de los
hombres, se divisa todavía la silueta de
la estátua de la V irgen . L a jornada ha
sido buena. Ella ha derramado a manos
llenas sus gracias sobres sus devotos.
¡Pobres hijos! Los ve tan fatigados, tan
tentados, tan oprim idos por las penas y
preocupaciones, a veces vencidos por el
mal seductor, pero siempre volviendo a
ella confiados en su poder y misericordia
y por eso, en este gran día, los ha acogido
en el seno de su misericordia y todos han
vuelto purificados, consolados y animados
a proseguir fielmente por el recto camino
emprendido. Verdaderamente la jornada
ha sido buena y la V irgen está con ten ta!...
B u e n o s A i r e s ( A rgen tin a). — U n a niñ ita de
m i fam ilia, de pocos meses de edad, se encon
traba, segú n la opin ión de los m éd icos que la
asistían, próxim a a expirar. C om o la niña no
estaba aún bautizada se llamó al sacerdote para
que le ad m in istrara el Sa n to Bautismo.
Y o que d e b ía'ser el padrin o de bau tism o, me
acordé de las gracias que concede nuestra buena
M a d re M ar ía A uxiliadora a sus devotos e hice
la prom esa de ir a p ié a su San tu ario de L u já n
y de p u b licar la gracia si salvaba la vid a de la
n iñ a. S u padre m e acom pañó en la promesa.
L a niña sanó y nosotros hemos cu m plido
gozosos nuestras promesas.
14 M a yo 1927.
M . L eij o s
Exalumno de Don Bosco.
Idem. — H allán dom e atacada de fuertes do
lores al estómago sin conocer la causa, no podía
aten der a m is quehaceres.
A cu d í a D on Bosco rezando la N ove n a que
él aconsejaba, para que me obtuviera de M aría
A uxiliadora la gracia de la salud. A la mitad de
la novena experim en té sensib le alivio en m is
dolores y al térm in o de la m ism a, m e v i co m
pletam en te cu rada, con adm iración de cuantos
m e conocen.
H oy sigo sana y puedo atender a m is ocu pa
ciones, por lo cual hago pública m i gratitud a
D on Bosco y en vío una limosna para su Causa
de Beatificació n.
50 mayo de 1927.
•
L u is a A . d e C o l o m b o .
I q u i q u e ( C h i le ).— « E l 21 de F ebrero pasado
f u i operado, en el hospital, de apen dicitis y quedé
m uy m al, tanto que d esp u és d e haberm e dcsa-
248
huclado los doctores, m i fam ilia m e retiró del
hospital para prestarm e sus cuid ados en m is
últimos mom en tos. So y católico y por lo tanto
tengo fe; pedí al sacerflote para arreglar m i vida
y al m ism o tiem po im ploré a la M ad re de D ios,
la San tísim a V irgen M aría, que m e aliviara de
m is dolencias.
L a herida que m e hicieron en la operación
me quedó abierta; ya pueden ustedes im aginarse
la gravedad de m is dolencias; los m édicos opi
naban de día en día de diversas m aneras y un
día f u é tanta m i gravedad que todos creía n ya
no pasaría m ás adelante.
Dan fambtén gracias a M a ría Auxiliadora:
A ncud (C h ile). — C an delaria de C árden as
y. envía una lim osna.
Barcelona (Españ a). — C arlos E . M ascareñ as,
por varios favores recib idos de M ar ía A u xilia
dora y de D on Bosco.
B a rrios (E l Salvador). — A n ton ia A m aya,
por h aber sanado de una enferm edad y envía
una limosna.
Buenos A ires (A rgen tin a). — U na devota,
por h aber visto cu rar a su h ijo casi repen tin a-
M asaya (N icaragna) — Los prim eros alumnos de la nueva fundación.
E n tonces roguc a m i vecin a, que me trajera
la imagen de la San tísim a V irge n que ella posee
con m ucha veneració n; la señora vecina dióm e
a conocer la bondad de esta buena M ad re y
recurrí a ella con todo fervor y he aq u í que
ahora reconocido por la gracia obrada en m í,
sano y salvo, levan tado de m i lecho de dolor y
en medio de la adm iración de las personas que
m e vieron , d oy gracias a M ar ía A uxiliadora de
los C ristia n os que me ha devuelto la salud para
atender a m i m adre y herm anos y envío para
la O bra Salcsia n a y el culto de M aría A u x ilia
dora una limosna y les pido a ustedes una ora
ción para m i com pleto restablecim ien to.
H e visto y leído el Boletín S alesiano y esa
revista de la O bra Saiesian a ha reavivado m i
fe en ta n Buena M ad re que m e ha salvado de
la m uerte.
E . O . P. C .
mente de una infección en los labios, que se
resistía a toda cura.
Buenosaires (C olom b ia). — Inés V illam arín
de Larra h on d o, N o é C astillo y E varisto Sabogal
y envían una lim osna.
Bulnes (C h ile). — M erced es U rra, envía una
lim osna por h aber obtenido una buena cosecha
C a li (Colom bia). — M a n u el M . G o n z ález ,
F ilom en a Izquierdo de O sp in a, Rosa A m alia
A lb á n , M aría Josefa .Salas, (Clotilde V . de M a r
tín ez, M ar ía J. V e m a z a, M erced es A ragón,
Rosario R . de O toya y M . V . M . A . y envían
una lim osna por con d ucto del dign o decurión
salesiano, D . M igu e l V icen te M ercado A yala
— Susa n a C d e Polo por dos inesperadas gracias
recibidas.
Cambados (Espa ñ a). — M a n u el R e y A lvarez
y envía una lim osna.
C an talapiedra (Esp a ñ a). — T eresa Esp in el
249
da gracias a M ar ía A uxiliadora p o r u n favor
recib ido por in tercesión de D on Bosco y envía
una limosna.
C astro (C h ile). — M ela n ia de C árd e n as y
envía una lim osna.
C errito (Colom bia). — L eó n id as Re ngifo,
Licc n ia V . de L o ra, Raq u el T ascó n , Rosalía
R. v . de T e n orio, Bárbara de Reyes, Leticia
T e n orio, Rosalbin a de Reyes, Rebeca T . de
Saaved ra, Silv ia R. de Reyes, Lu crec ia T e n orio,
E lisa de Paredes, D ebora de T ascó n , Cam ilo
T e n orio, C ecilia Saaved ra, F lora C . de Reyes,
C arm en R . de O tero y C arm en V . de Benevides,
agradecidos a la V irgen de D on Bosco envían
por conducto del celoso D ecurión S r . A dán
Reyes, una lim osna para M isas y para la O bra
Salesian a.
Concepción (Paraguay). — D olores G . de
Bon z i, por la salud de m i h ijita Esperan za,
curada de penosa enferm edad y envío una li
mosna.
Constitución (C h ile). — L a u ra de C áceres,
por una gracia obtenida a papá y envía una li
mosna.
Copiapó (C h ile). — C larisa de N overoy y
envía una lim osna.
C u rafao ( A n tillas H olandesas). — A bigaíl
de Badaracco agradece a M ar ía A uxiliadora su
m aternal asistencia y envía una limosna.
Chepica (C h ile). — F elicidad Ru iz y envía
una lim osna.
Guatem ala. — D olores de Rom ero da in fi
n itas gracias a M ar ía A uxiliadora por haberla
socorrido en dolorosos trances y por la protec
ción otorgada a sus tres h ijos en u n penoso viaje.
Los Angeles (Estados U n idos). — M erced es
C am pan elli agradecida a la V irgen de D on
Bosco por h aberle alcan zado la salud de su
esposo, envía una limosna para el culto de
M aría A uxiliadora en su San tu ario de T u rí n .
M ontevideo ( U rugu ay). — L . R. por una
señalada gracia espirit ual y por el feliz éxito de
una d ifíc il operació n a uno de m is seres más
queridos.
M ingla n illa (Españ a). — U . C . A . por haber
obtenido la curación de una am iga atacada de
grave enferm edad.
N u eva Imperial (C h ile). — M aría F uen tes
de Ram írez y envía una lim osna.
O liven z a (Espa ñ a). — A na M ar ía M . de N avarrete p o r los beneficios que M ar ía A u x ilia
dora otorga con tin uam en te a ella y a los suyos.
P a r r a l (C h ile). — G riseld a de M u ñ o z : G r a
cias M ad re mía por haber oído m i súplica. R e
mito la limosna q u e te ofrecí.
P a vas (Colom bia). — A lfredo M ayo r, Susan a
M ayor de Ló p e z , H eliodora A lvear d e Collazos
M aría Escob ar d e Le m os y M arcelin o A lb á n
envían una lim osna por favores recibidos.
Papeleo (C h ile). — U . H . C . por haber obte
nido la salud de su hijo.
S a n S a lva dor (E l Salvador). — Rosario Peraza
da gracias a la V irgen de D on Bosco por un
favor recibido.
S a n C arlos (C h ile). — A m ador O lavc, T r á n
sito de M aldon ado y N atalia O lavc, dan gracias
a M aría A uxiliadora y envían una lim osna.
S antiago (C h ile). — A . D . por h aber obtenido
las justas m ejoras que solicitaba del estableci
miento donde trabaja.
— V irgin ia v. de C astellanos, por haber
sanado a su esposo de una grave enfermedad
que puso en peligro su existencia.
S a n t a T ecla ( E l Salvador). — M ar ía N . Ruiz
por h aber sanado de una enferm edad.
S uchitoto ( E l Salvador). — A rcad ia Peña F .
da gracias por una curación instantánea.
Taboga (Panam á). — O . S . Por h aber obte
n ido la salud de su M ad re, anciana de 86 años.
Tueson ( E E . U U .) . — Beatriz de V elasco por
un favor recibido envía u n donativo para los
h uerfan itos de D on Bosco.
T alcahuano (C h ile). — José R . V argas y
envía una limosna.
V albonilla (Espa ñ a). — V alen tín Plasencia
y Justin a M u ñ o z dan gracias a M ar ía A u xilia
dora y envían una limosna.
V alparaiso (C h ile). — C arm en D onoso,
C arm en Ley to n , y M argarita Salas de Rojas
envían una limosna por gracias recibidas.
V illa de Don F adrique (Españ a). — V ic toriana
M aq u ed a y D olores M ora dan gracias por f a
vores recib idos y envían una limosna
Yumbo (Colom bia). — M aría M . H . de F crrcrosa con toda la efusión de su alma da gracias
a la V irgen de D on Bosco por haberle conse
guido la salud de su m adre, gravem en te enferma
desde hacia j años y envía una limosna para el
sostén de los h uerfan itos salesianos. — M aría
de Lópe z , M erced es A ra m b u ru , D olores F errerosa, Bernarda V ivas, E leu terio Lóp e z , M a r
tin a V ivas, C asilda Prado y C oncepción Lópe z
dan gracias a M ar ía A uxiliadora por beneficios
recibidos y, por con d ucto de la activa celadora
salesiana D ñ a. M aría M . H . de F errerosa, en
vían una limosna para la O bra Salesian a —
Rafaela G arcía M ., M erced es M ., M aría A .
Sá n c h e z , Leon arda de G u evara, Ju lian a de
Brió n , A m elia Sá n c h e z , M erced es V . de G a m
boa, A lejan drin a D elgado, F loren tin a D elgado,
N ica n or G . , M a r ía A n ton ia Satiz ábal dan
gracias p o r favores recibidos por intercesión
del V b le. Juan Bosco y envían una lim osna para
la O bra Salesia n a. — M ar ía L u isa N ie v a , Isabel
E . de O lave, Betu ba G . de Espin osa, Soledad B.
de Lóp e z , Balbin a F errerosa, M ar ía de Escobar
Zeneida G a rc ía, C arm e n Sán c h e z y A lejan drina
P. de V elasco dan gracias a M ar ía A uxiliadora
y , por m ediación d e la activa C eladora Salesiana
Sr t a . Rafaela G arc ía, envían una ofren da para
las O bras de D o n Bosco.
B A R C E L O N A (Sa rr ié-E sp a ñ a ). - F ie s t a de
i a U nión d e A n t igu as A lu m in as p r e s id id a p o r
l a Rm a . M a d r e G e n e r a l.
Con ansia se esperaba este año la celebración
d e la fiesta anual que congrega en fratern al y
am istosa com pañía a todas las que tuviero n la
su erte de educarse ba}o la bandera salesiana en
legios de Barcelon a, Sa rr iá, Sarriá-Pa tro n ato y
A lella, que acudieron en nú m ero de m ás de 120 .
C asi un cen tenar fortalecieron sus almas con
el Pan de los A ngeles en la M isa de Com u n ión
G e n eral que se celebró a las ocho y media en
la C ap illa del citado C olegio. .Poco después de
la m isa h ubo asam blea general presidida por
la R m a. M ad re G e n eral. Com en zó con la lectura
Barcelona (Sarriá-E spona) — La M adre G eneral. L. VascheHi. rodeada de las Ex alam nas.
los C olegios de las H ijas de M ar ía A uxiliadora
para agru parlas en torno de las am adísim as Su pcrioras, y a la vez re n ovar el hom enaje de amor
Inquebran table que ofrecieron en su niñez a
la Rein a dcl C ielo, M aría, invocada con el dulce
tít ulo de A u xilio de los C ristianos.
Y es que la fiesta de este año ten ía una nota
excepcional y vib ran te que en tusiasm aba los
ánim os y con movía los corazones porq u é dificilm cn tc volvería a repetirse en el transcurso
de m uchos años. E ra que la Rm a. Su p eriora
G e n eral dcl institu to. M a d re L u isa V aschetti,
se dignaba con la bondad y condescendencia
que tanto la distinguen p resid ir todos los actos
del d ía. F u é . p ues, m u y natural que a la Rm a.
M ad re hicieran centro de sus m anifestaciones
y entusiasmos las A n tiguas A lu m nas de los C o-
de un p árrafo de la vid a del V en erab le D . Bosco;
la Sr t a . Secretaria leyó después las adhesiones
de ios cen tros de E x-alu m n as españolas que se
agregaban al hom enaje de cariño y agra d eci
miento de sus com pañeras hacia la am adísim a
M ad re; siguió luego u n estado de cuen tas co
m unicado por la Sr t a . T esorera, y acto seguido
tomó la palabra el Rdo. Padre D irec tor, D . G u i
llerm o V iñ as, in terpretan do el sen tir de todas
las A n tiguas A lu m n as salesíanas, esparcidas por
el m u n do; d ijo q u e se hallaban allí presen tes
tam bién las dem ás de E uropa y las de A m érica
porq u é la Rm a. M a d re que presidía ¡a Asam blea
es el centro del gran Instit uto de las H ijas de
M ar ía A uxiliadora, fu n dado p o r D . Bosco y
en ella convergen todas las m an ifestaciones de
vid a salesiana fem en in a. C om en tó algunos de
lil
251
los rasgos de la vk ia de! V en erable qué se ha
bían leído, aplicán dolo- a las A n tiguas A lu m n as,
y term inó recom endando la idea, llevada a la
práctica, de h acer una C om u n ión m ensual en
el C olegio para renovar las energías del espírit u,
propon ie n do se hiciesen una vee al año los E je r
cicios Esp iritu ales. Esta últim a propuesta fu é
aceptada por u nan im idad. T u v o tam bién la
delicadeza de dedicar un recuerdo a la Sra.
Presidenta D a. M argarita Prat de Plana, falle
cida en marzo ú ltim o, rezando toda la Asam blea
un Padre N u estro en sufragio de su alma.
D esp u és de un fam iliar banquete al q u e par
ticiparon 124 cx-alu m n as, presididas por la
R d a. M . G e n eral, esta manifestó el p l ^ e r con
q u e había asistido a aquel ágape fratern o, p r i
m ero que presidía de A n tiguas A lu m n as; y
aprovechan do la ocasión quiso form u lar una
propuesta que dejó en libertad d e acep tar o no,
añadiendo que sería para ella una verdadera
satisfacción el poder decir que las prim eras en
secu n darla habían sido las A n tiguas A lu m nas
españolas. Refirén dose a las modas actuales
d ijo que S u San tid ad había precisado clara
mente el lím ite de las m ismas para no apartarse
d e las reglas de modestia cristiana; por tanto
E lla recom endaba a todas las presen tes cu m plir
en la Sociedad una verdadera C ru zada de buen
ejem plo y de valor cristiano que se sujetase
fielm en te a las prescripciones del Papa. T od as
expon tán eam en te aceptaron cu m p lir el deseo
d e la am adísim a M a d re lleván dolo a la práctica.
Por la tarde se desarrolló en el Saló n de actos
una h erm osísim a V elada-obsequ io a la Rvd a.
M a d re G e n eral, uno de cuyos nú m eros f u é la
en trega de un donativo de 1000 liras para las
M isio n es, ofrecidas por las E xalu m n as del
C olegio de San ta D orotea.
D el Saló n volvióse a la C ap illa, donde se
can tó una Sa lv e de desped ida, guardan do en
el alma las du lces em ociones de aquel día y
con fián dolas a la S m a . V irgen para que las
ben d ijera e h iciera fru ctífera la labor del Insti
t u to de las H ijas d e M aría A uxiliadora en bien
d e sus exalu m nas.
B U E N O S A I R E S ( A rgen fin a) - E ¡ h e ro ico
a v i a d o r u ruga ayo L a r r e B o r g e s e n e l C o leg io
P
ío
IX .
E l valien te aviador urugu ayo. M ayo r L arre
Borges, ex-alu m no del C olegio Salesiano de
Paysan d ú, a su paso por Buenos A ires, aceptó
con gusto la in vitación de h acer una visita al
prin cipal C olegio Salesiano de la ciudad. M ás
d e 1.000 alu m nos y ex alu m nos presididos por
el P. Inspector y todos los Salesia n os le agasaja
ron y en aq u el am bien te de famiU a pronunció
u n m agistral discurso q u e con gusto copiamos,
d e la' Revista « E x-alu m n os de D on Bosco>:
« L os dos com pañeros que acaban de saludarm e
han dicho mal al llamarm e exalu m no. Y o no
soy exalu m no, soy todavía alu m no de D on
Bosco; he arrancado la banca dcl aula y la llevo
siem pre con m igo pues tengo como norm a de
m i vid a los .consejos de hom bría de bien que
m e enseñaron m is maestros en la escuela y que
han de ser m i regla y mi guía aún en la vejez *.
U na salva de aplausos saludó la elocuente
m an ifestación del m ayor, quien con fácil palabra,
matizada de fam iliar sencille z, se dirigió a los
n iños en frases que procuram os reproducir
fielmente a continuación:
« O s voy a con tar, dijo una anécdota de mi
vid a experim en tada en la época en que era
alu m no en el C olegio N t ra. Sra. dcl Rosario de
Paysandú.
T rav ieso como la m ayoría de los niños, me
gustaba la calle y con ella las pillerías propias
de la niñez.
M u c h as veces m e ten taban las fru tas dcl
cercado ajeno y no vacilaba en arriesgarm e a
gustarlas dejan do para otro día la asistencia a
clase. Era como esos gorriones callejeros amantes
de la libertad, y la vid a escolar resultaba para
m í algo así como una pesadilla.
L a nota de m i libreta de clasificaciones era
fiel testim on io de m i mala con d ucta. M is c u a
dernos de deberes siem pre aparecían en blan co...
¡c la ro!... ¡cóm o que nunca los h acía!...
H abituado a hacer lo que vosotros llamáis
vu lgarm en te la rabona llegu é a faltar un mes
a clase.
C om o os podéis su pon er el Padre D irector
envió a mi m adre la notificación correspondien te
a mí ausencia.
U n día al en trar en casa mí m adre m e recibió
con la m irada fija y el rostro severo... H aciendo
salir a m is herm anos, pues se cuidaba m ucho de
repren dernos públicam en te, m e llamó a su lado.
Su m iso y respetuoso con la cabeza baja percibí
con el rabillo del ojo que sobre la mesa había
una tarjeta con el m em brete de! C olegio. E n
tonces m e di cuenta de todo... presen tí el d esen
lace y ... m e pro n ostiq u é tres días de cam a...
M e indicó m e sen tara... O bedecí.
M e mostró la notificación del C olegio y mis
libretas de clasificacionco...
C o n palabras tiern as, propias de una madre,
reprochó m i conducta.
— N o tie nes que ser así, m e d ijo. E res el
m ayor, fíjate q u é ejem plo darías a t us hermanos
si se e n teraran!... S í sigu es así serás como esas
cáscaras de fr u tas q u e se tira n a la calle donde
los q u e pasan las arrojan con el p ié a la calzada.
Practica los buenos consejos que te dan tus
m aestros q u e así serás hom bre ú til y no gorrión
de la calle.
L as palabras de m i m adre llegaron a lo m ás
ín tim o de m i corazón.
C o n te m p lé m i Hbreta de clasificaciones y
recuerdo q u e en cada una de sus p ágin as se
252
leía: ¿ H i z o los d e b e res? — N o . ¿ E s t u d ió las
leccio n es? — N o. ¿ A sis t i ó a c lase? — N o.
¡C o n q u é ganas h ubiera arrancado esas hojas
cíe malas notas!
i A h , qué no h ubiese dado por m od ificarlas!...
Os aseguro que eran para m í un constante
remordim ien to de conciencia.
Prometí a mi m adre ser bueno, y guiado por
ese propósito concurrí asiduam en te a clase, m e
jorando notablemen te mi conducta y aplicación.
E n mi libreta ya no aparecieron las notas
m alas...
D ecidido a corregirm e, confieso que al prin
cipio m e costaba bastan te, pero, al año siguienteobtenía los prim eros prem ios del C u rso.
E l Padre D irec tor teniendo en cuen ta m i es
fuerzo por corregirm e m e cam bió la libreta,
dán dom e otra que f u é siem pre testim onio de
mi buen com portam ien to.
H e aquí como m uchas veces D ios llega a Ioshom bres por medio del corazón de las madres
L u ego, el M ayo r L arre Borges, expresó eni
hermosos p árrafos, que desde en tonces trató de'
en cuadrar su conducta en los prin cip ios c r is-
G eneral Acha (Pam pa-Argcn(ina) — Asamblea general de E x alumnos.
E l día de N t ra. S r a . dcl Rosario se festejaba
en el colegio con toda solem nidad la fiesta de
la Patrona de la C asa. E n ese día hacía m i p r i
mera C om u n ión. M e confesé con el ben em é
rito anciano M ossm an n, y cuando ter m in é la
confesión de m is faltas, le in terrogué si podía
estar tran qu ilo pues las págin as malas de mi
libreta de clasificaciones con tin uaban siendo
para mí una constante pesadilla.
E l Padre m e respondió: tienes el alma blanca,
queda tran qu ilo, t us pecados han sido p erdo
nados.
Y o sen tía un gran placer y una gran tra n q u i
lidad; pero m iraba mi libreta con las malas notas
de los prim eros m eses y no me resignaba al ver
esas clasificaciones que parecían gusanos que
devoraban a las otras flores blancas...
Esc día le dije a m í m adre: M a m á yo voy a
ser bueno... me portaré bien y seré ú til a D ios
y a la Patria.
tianos de h om bría de bien, y tratando siem pre
de respon der de una m a n era m eritoria a las
enseñan zas recibidas en la n iñ ez.
A L I C A N T E (E sp a ñ a) - P rop a g a n d a S a le sia n a com o ¡a h a c ía D o n B a sc o .
Copiamos de una crónica de C artagena, publi
cada en « L a V o z de Leva n te ».
« Proceden tes de A lican te llegaron a esta ciudad
el batallón in fan til y ban da de m úsica de los
Saicsia n os, en u n total de 205 niños.
Saliero n a recib irles las au toridades eclesiás
ticas, civiles y m ilitares, y un gentío in m enso.
E l alcalde pasó revista al pequeño batallón.
In mediatamen te, se d irigiero n al tem plo de
la Patrona, la V irge n de la C arid ad , en donde
los niños cantaron una Sa lv e y el coronel del
batallón ofreció un ramo de flores a la V irgen .
E l señor arcipreste de Y ec la, don José So la,
les díó la bienven ida.
255
E n el A yu n tam ie n to se disolvió la m an ifes•tación, y los exploradores se encargaron de
-d istribuir y hospedar jen las casas m ás distin
gu id as de C artagen a a los n iños alicantinos.
E n el m onu m en tal teatro circo, los n iños Salesianos dieron a las A u toridades una velada
iiterario-m usical, que presidieron los excelen•tísim os señores obispo de C artagen a, el alcalde
V capitán general.
T o d os los nú m eros estuvieron acertadísim os
•y fueron aplaudidos frenéticam en te.
A I día sigu ien te, por la m añana, a las ocho,
"tuvo lugar en la cu m bre del castillo, la m isa de
cam pañ a, celebrada por el ilustrísim o señor
-obispo de C artagen a, el cual repartió la C o m u
n ión a los niños Salesian os y a los exp lora
d o res, y siete sacerdotes m ás a las dem ás personas.
T erm in ad a la m isa, los niños Salesianos des
filaron por la ciudad hasta la « C asa del N iñ o »,
•«n don de fueron obsequiados con un suculento
•desayuno.
D esp u és de ejecu tar varias piezas de su r e
pertorio, volvieron a desfilar por el centro de
ia ciudad.
O cho n iños Salesianos iban d etrás del baia lló n in fan til, llevando una vistosa corona de
•flores para ofren darla a los H éroes de C avite y
d e San tiago de C u ba.
L legados al monu m en to, un niño declamó
u n a sen tido poesía, que fu e m u y aplaudid a.
H ablaron luego el excelen tísim o señor capitán
•general y el señor M cd iavilla.
L os pequeños soldados desfilaron por delante
•de los jefes y oficiales, que correspon día n cortesm en te al saludo.
Por la tarde, ios niños Salesianos dieron un
•grandioso festival en el Stad iu m , siendo fre n é
ticam en te ovacionados.
A l fin , el excelen tísim o señor alcalde descen
dió de la tribu na e im puso, después de pron u n
c ia r u n sentido y vibra n te discurso, una corbata
•a la bandera Salesian a.
E l señor director de los Salesian os le dió las
-gracias en nom bre de todos los niños.
A l día siguie n te, a las once de la m añana, se
•descubrió el monu m en to dedicado a M áiq u e z ,
-asistiendo al acto las dign ísim as A utoridades,
los exploradores, los n iños Salesian os y un
-gentío in menso.
Por la tarde, los 205 niños Salesian os fueron
•«n form ación hasta la V irgen de la C aridad,
-donde el señor d irector dió las gracias a todos
los cartageneros.
D esp u és de can tar una tierna desped ida, se
-dirigieron a la estación, don de la^ A utoridades
y un gentío in m enso asistieron para despedir
a los sim páticos n iños, q u e, a los acordes de la
m archa cartagenera y vivas a C artage n a, salieron
ipara su tierra.
¡B ie n por los n iños Salesia n os de A lican te!,
que han sabido h on rar y glorificar a su querida
i terreta ».
A si se hace patria.
¡B ie n por m i querida C artagen a, que tan
hospitalaria acogida ha sabido dispensar a los
h ijos de Alicante!>>
Naeva iglrsia «alesiana en U Pam pa (Argen(ina).
AL V U EL O
B U E N O S A I R E S (A rgen tin a). — C o n en
tusiasmo rebosante y un éxito brillan tísim o ce
lebraron los E x-alu m n os de D on Bosco la P r i
mera Peregrinación a l S an tu ario de M a r í a A u x i
liadora en A lm agro. E l nú m ero im ponen te, la
edifican te C om u n ión G e n eral, la reunión e n
tusiasta en el Saló n de actos y la presencia del
Exe m o. S r . A rzob ispo, que elogió grandem en te
a los ex-alu m nos y d ijo que allí donde se fu n
daba una casa salesiana siem pre vió nacer ia
vid a cristiana in tensa y n u m erosas vocaciones,
fueron las notas salien tes, prom etedoras de
siem pre m ayores éxitos.
Idem. — E n el Consejo regional de Ex-alumnos
celebrado el día 1 1 del pasado abril, se trató con
254
el m ayor in terés de d ar a la Institución un p ro
grama de acción intensa y adecuado a su índole
y se resolvió proceder a la celebración de siete
asambleas para tratar y dcsarrolar los siguientes
tem as: Deportes — Estudios S ociales — S ecre
tariado del Pueblo — Estudios literarios — Cuadros
D ramáticos — O ratorios Festivos — Cooperación
S alesiana.
C I U D A D E L A (M enorca). — E l conocido
escritor portugués, Don Antonio Nobre, antiguo
alumno saleslano, dió, el día i ° de mayo, una
interesantísima C onferencia en el Saló n de
actos del Colegio, sobre aproxim ación hispano-
sianos a quienes se debe la erección de las nuevas
Escuelas.
E L C U Z C O ( P e r ú ) .'— C o n m u y práctica
iniciativa se ha aprovechado en esta ciudad la
celebración del m es consagrado a M ar ía A u x i
liadora, organiz ando para cada dom ingo del
m ismo, atrayen tes veladas, con el fm de dar a
aconocer y organ iz ar las obras de los Coopera
dores S alesianos, de la Unión de Padres de fam ilia,
de Ex-alumnos y Ex-alum nas de los C olegios
Salesia n os y de las H ijas de M ar ía A uxiliadora.
T o d as ellas fueron verdaderos acon tecim ien tos
artísticos y cosecharon abu ndan tes fru tos.
Solía (Argcnlina) — G rupo de Ex alumnos, después de) cumplimento pascual.
portuguesa. F u é in terru m pido con frecuen tes
aplausos, que al final se convirtieron en es
truendosa ovación.
C O K l X ) B A (España). — E l dom ingo 22 de
m ayo se verificó con toda solem nidad en el C o
legio Salcsiano la bendición de un grupo escolar
para las ciaste gratuitas. C u m plió el sagrado rito
el Exem o. c lim o. S r. O bispo de la D iócesis con
asistencia dcl S r . A lcalde D on F rancisco Sa n tolalla y de gran número de distinguidos C oo
peradores y amigos de la O bra Salesian a. T e r
m in ada la cerem onia, se celebró un interesante
velada al aire libre con ejercicios gim násticos
que fueron m uy aplaudidos. H icieron uso de
la palabra el S r . D irector de las Escuelas D on
Sebastiá n M aría Pastor y el S r . O bispo, D on
A dolfo Pérez M u ñ o z, que fueron ovacionados.
L os n iños dieron m uestras de especial afecto
hacia los Cooperadores y C ooperadoras Salc-
G E N E R A L A C H A ( A rgen tin a). — Para dar
nueva vid a a la florecien te M isió n de' G eneral
A cha y al adju nto C olegio de « L a In maculada >
se convocó una Asamblea general de Ex-alumnos
para el día 24 del pasado abril. Respon dieron
todos con el m ayor en tusiasmo y allá acudieron
padres de fam ilia, com erciantes honrados, em
pleados honestos, hacen dados laboriosos, en
una palabra, in d ivid uos de todas las clases so
ciales, herm anados todos en D on Bosco y d is
puestos a trabajar, segú n su program a, en be
neficio de estas tierras. E n número de 128 acu
dieron a la cita, acercán dose por la mañana
ejem plarm en te al banquete eucaristico, reu
niéndose luego en asamblea general para la
elección de la nueva C om isión D irectiva, sen
tándose d esp u és a la m isma mesa con%us an tiguos
maestros, jugando por la tarde un anim ado
partido de F ootball y deja n do en todos la m ejor
im presión y las m ás halagüeñas esperan zas.
255
M A D R I D (España). — E n el Instituto S a lesiano de S a n J u a n Bau tist a se siguen con acti
vid ad los trabajos de la grandiosa Iglesia dedicada
a N t r a . S r a . del Rosario, cuya prim era piedra
pusieron el año pasado S u s M ajestad es. S e han
puesto ya los cim ien tos y se ha colocado todo
el zócalo alrededor. Para allegar recursos se ha
rifado últim am en te un m agnífico autom óvil,
q u e cayó en suerte al n® 2 0 10 1. Pero los miles
de pesetas en esta obra se evaporaron y es ne
cesario que una corrien te de caridad incesante
y generosa ayude a levan tar este T e m p lo, que
será arca de salvación para aquella populosa
y necesitada barriada.
P A M P A ( A rgen tin a). — E l día 8 del pasado
m ayo se verificó con extraordinaria solem nidad
la inauguración de una nueva Iglesia S alesiana
erigid a en la C olon ia Sa n José de Barón de la
Pam pa. A sistieron el lim o S r . O bispo A uxiliar
de L a Plata, M o n s. C opelio, el Exe m o. Sr.
G ob ern ador del territorio D . Ignacio La z a y
el I nspector Saicsian o, Rvd m o. P. Jorge Se r ié .
F u é una fiesta solem nísim a, a la que participó
toda la C olon ia y con tribuyeron a darle m ayor
realce los G im n astas y E xploradores del C olegio
Salesiano de G e n eral A cha.
S A L T A ( A rgen tin a). — L os entusiastas
ex-alu m nos de D on Bosco del florecien te C en tro
* A ngel Z e rd a * dieron el 24 del pasado abril,
según reseña L a Voz del N or te, un alto ejem plo
de fe y de acatamiento a las enseñanzas reci
bidas en los C olegios Salesianos. Sigu ien d o la
gloriosa tradición de otros años y superán dola
por número y en tusiasmo, en número de 200,
después de h aber asistido a un trid uo de pre
paración, recib ieron la C om u n ión Pascual de
manos del Rv d o . S r . Inspector P. Bonetti.
S A R R I A (Barcelon a-Españ a). — C o n grande
entusiasmo celebróse el día 8 del pasado mayo
la anual fiesta de ¡a Unión de los Ex-alumnos,
siendo digno de mención el hom enaje que d e
dicaron a D om ingo Sav io , duran te el cual p ro
nunció un discurso con m emorativo D on José
L u is A lonso, de la Ju n ta D irectiva.
T I B I D A B O (Barcelon a - España). — Con
éxito siem pre crecien te se ha celebrado tam bién
este año, el día 5 de ju n io, la tradicion al Romería
dei R a m , con la q u e u n gran nú m ero de devotos
del Sagrado C orazón de la C iu dad C o n dal, va
a im plorar sus ben diciones y a proclam arlo Rey
de su ciudad y de sus hogares. T a n to las fu n
ciones de la m añana, como las de la tarde re
sultaron solem n ísim as, especialm en te la p ro
cesión alrededor de la grandiosa cu m bre, desde
cuyo m irador que se avan za sobre la gran urbe
de Barcelon a, f u é dada la ben dición a la ciudad,
resultando un momento verdaderam en te emo
cionante.
t
D . M arco Fidel Suárez.
H ondam en te ha con movido a toda la N ación
C olom bian a la m uerte de este ilustre hijo suyo
gran de ad m irador de D on Bosco y celoso coo
perador d e su O bra, tan sabio y tan ilustre, tanto
m ás gran de y famoso hum anamente cuan to
m ás h u m ilde y pequeñ o fu é ante sus propios
ojos. L a fe sincera e incon m ovible lo elevó
siem pre a D ios, enardeció su alm a, lo hizo u n
hom bre su perior por todos conceptos, m odelo
del católico fervie n te, ciudadano y cab allero
sin tach a, am igo verdadero y caritativo en ex
trem o, pacien te y resignado hasta el heroísmo..
A n tes que todo h u m ilde y creyen te, filósofoprofu n do, sabio filólogo, escritor sin rival, po
lítico de gran visión y prudencia, estadista d o
renom bre, polem ista severo y contundente,,
pensador sublim e y patriota en su m o grado, su
vid a es áureo libro de enseñan zas para todo»;
es una de las m ás p u ras glorias de C olom bia yde la Iglesia. B rillará como un sol en la h istoria
de los gra n des hom bres y su memoria durará,
como la de los justos. Por eso la m ayor de sus
glorias será siem pre la que canta la C ru z sobre
su tu m ba.
Bajo esa som bra reden tora duerm an en paz
sus .restos venerables, m ie n tras su alma goza
de la luz eterna.
E l Boletín S alesiano le rin de el m ás sincerotribu to de ad m iración, y con una plegaria envía
su voz de in timo pesar a los deudos del ilustre,
ex-prcsiden tc.
D ña. Jo s e f a G utiérrez de Peñalver.
V erdaderam en te edifian te f u é la m uerte d e
esta distingu ida C ooperadora Salesian a esposa
dei A lcald e de A rcos de la F ro n tera (C ád iz),
oceurrida el 14 del pasado d icie m bre a la tem
prana edad d e 26 años.
L os siete días que d u ró su enferm edad fueron
u n holocausto con tinuo d e su vid a al Se ñ o r, a
q u ien amaba con todo su corazón. C om o fe r
vien te devota de la V irge n A uxiliadora, no q u iso
salir d e este m u n do sin recib ir antes su m aternal
356
ben dición y sin besar, repetidas veces, su m e
dalla.
Confortada con los San tos Sacram en tos y
la ben dición de S u San tid ad , rodeada de su
fam ilia y de su buen esposo, asistida de un modo
especial por su piadosa m adre que de rodillas
a l pie de la cama, por varias horas, la ayudaba
con fervorosas oraciones a ofrecer su espíritu
al C reador, tuvo la incom parable dicha de con
tem plar, momentos antes de m orir, la imagen
bendita de M aría A uxiliadora que, según ella,
aparecía radia n te y hermosa m uy cerca de sí.
¡O h m uerte en vidiable, que con fú lgidos des
tellos brillas en los que han profesado tierna
devoción a la Reina del C ielo! Y t u . V irgen
A uxiliadora, sénos tam bién propicia a los que
quedam os en este valle de lágrim as y, espe
cialm e n te, al esposo e hija de tan esclarecida
señora, a sus herm anos y a sus padres, los
bondadosos cooperadores salesianos de V illam artín, D . Ramón G u tierree Sir es y D a. Carm en
d e Pcñ alver T opete, que lloran inconsolables
ta n irreparable pérdid a.
1
-
Srfa. Lia D uran Clemenfs
E l día 5 de abril volaba al C ielo esta ejem plar
E x-alu m n a de las H ijas de M aría A uxiliadora,
modelo de jóvenes cristianas.
Joven ejem plarm en te cristiana, consagró todos
s u s afectos a Jesús y prodigaba sus enei'gías a
todas las em presas que pudieran servir para la
gloria de D ios y para bien espirit ual y material
de sus prójim os.
Por esto prestó el concurso m ás decid ido de
:su valien te volu ntad a la gran de O bra de las
V ocaciones Salcsia n as, porque sabía que atraer
•obreros a la V iñ a del Se ñ or era m u ltiplicar
apóstoles para la conversión de las almas.
C om plicaciones sobrevenidas a una operación,
al perecer feliz , la arrebataron inesperadamen te
-al carino de los suyos. Pero ella antes de some
terse a la operación, lo arregló todo como si
tuviera que presen tarse al tribu n al de D ios. Y
D ios aceptó su sacrincio.
,AI sobreven ir las com plicaciones, ella misma
•pidió los sacramen tos y m ien tras su única h er
mana, religiosa salcsiana, lloraba emocionada
al eco de sus palabras de ciclo, la enferm a son
reía sin acordarse de los trem en dos dolores que
la afligían. A tanto llegó su placidez de espíritu,
-que la enferm era que la asistía, de religión pro’tcstan te, dijo después a la hermana religiosa:
Y o qu iero que V . m e instruya en la Religión
C atólica, que enseña a m orir con tanta dulzura
y con tan fervorosa alegría.
U na oración por su alma y que el Señoi^ suscite
m uchas im itadoras suyas.
t
D ña. Luisa A lcalde de Fonfecilla.
E n San tiago de*C h ile, falleció repen tinam en te
el día 20 de febrero de este año esta distinguida
señora, em paren tada con distinguidas fam ilias
de la capital y antigua cooperadora salesiana.
S u vid a f u é cristianamente ejem plar y digna
de los elevados ejem plos dados por sus an te
pasados ¡lustres. Brillaba en su corazón el amor
para el pobre y con afá n procuraba salvar a la
niñez proporcion án dole educación cristian a.
T od avía pocos días antes de su m uerte acom
pañó a un hijo de un pobre obrero a n uestro
Colegio de la G ra tit u d N acion al.
A u n q u e sus virt u d es le h abrán sin duda m e
recido el prem io eterno, no dejem os de enco
mendarla al Se ñ or en nuestros sufragios.
R . I. P.
Recordad en vuesfros sufragios a:
C a li (Colom bia). — D olores Piz arro de Echeve rri.
E l C armen (Colom bia). — Justin a H ernán dez.
Chone (E cuador). — T o m ás M ez o, L u is
M orcira, E le n a A lc ivar de H errera, G u illerm in a
de A veiga, M aría V . de A lc ivar Evelin a Jerves
de Cedeño.
V alparaíso (C h ile). — D . J. V enceslao H er
nández.
Yam undi (Colom bia). — C arolin a G arcía de
M ora.
Yotoco (Colom bia). — C arlos M ar ía C edeño.
Yambo (Colom bia). — Rafael V elasco.
Dichoso quien muriendo en eí S eñor, envió
delante de sí al reino celestial tesoros de
buenas y santas obras.
S. I g n a c i o d e L o y o l a .
C o a «p ro& K iiSa de la maioridad ecksiáaíica,
G c r« a l«; D . D O . \ V £ N I C O G A R N E R l .
Est«blecIm Í«ato T ip. <le l a Socie iio d E<ti(ora l o t e r M c i o u l - T a r is
C o r a o Regina M argb erila , ¡74.